Ann Arbor Today

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miércoles, 30 de junio de 2010

Welcome to Miami

Tras una semana agotadora, repleta de partidos mundialistas (que duro fue estar lejos de tu país y ver cómo nos pintan la cara), y de otro tipo de eventos deportivos (pudimos animar a Pau con una buena cerveza fría como se ve en la foto), 

llegó por fin el esperado weekend con su correspondiente visita a Miami.


  

Muchas esperanzas teníamos puestas en la excursión a Miami, y no es que decepcionara, porque no ha sido así, pero quizás puse las expectativas muy altas, y Chicago puso el listón muy elevado. A ver, Miami es muy bonito, está lleno de palmeras, 


de gente deseosa de aparentar, de chicas superficiales,


de cuerpos esculturales… 


pero si de playas hablamos por ejemplo, y sin dejar que la pasión me gane, las de Cádiz son mucho mejores. Aquí tendrán palmeras por todas partes, pero el agua está ardiendo, hay alguitas, no son tan anchas, etc.



Nuestra llegada a Miami se hizo esperar debido a la compañía Spirit (nunca más), que tiene por costumbre retrasar sus vuelos unas 3 o 4 horas, en este caso 5, y que nos hizo llegar sobre las 4 de la mañana al hotel. Esa noche no pudimos ni reconocer la zona. El sábado despertamos asombrados por el calor, ni por asomo es comparable al día de más calor del verano de Cádiz, o de Sevilla, además con mucha más humedad, lo que aumenta la sensación de calor. Fuimos a los cayos, una zona llena de islitas, 


resorts, embarcaderos privados, yates, etc. 



para terminar comiendo en Coconut Groove, el barrio más pijo de Miami (ese atracón de comida también se recordará mucho tiempo Lolo). 


Por la tarde fuimos a South Beach, playa colindante al hotel, donde mi hermano pudo disfrutar de su primer baño de la temporada estival. En la foto lo podeis ver mas contento que un manatie.


Tras el bañito, decidimos mojarnos el pico con un refresquito (nada de alcohol por supuesto) en un local donde no se ofertaba nada bueno, mujeres desfilando en trajes de baño, stripteasse en directo, hombres contoneándose de forma sospechosa en la piscina, música a todo trapo, etc. Miami es así, tiene estas cosas. 



Para cenar nos decantamos por ir a una famosa calle, “Española Way”, que sea quizás de las más bonitas de South Beach, por su decoración o por su iluminación entre otras cosas. Cenamos patatas a lo pobre y pinchitos, todo ello regado con una sangría, como debe ser. Esa noche, fuimos probando discotecas, y en todas había largas colas que avanzaban muy lentamente, así que de entre todas, nos decantamos por Cameo. Tiene no sé cuantos pasillos, zona vip, dos salas, varios pisos, etc. Estuvo muy bien la verdad, aunque era otro tipo de ambiente, muy diferente al de Chicago. 

Para variar nos recogimos tarde, serían las 10 o las 11 de la mañana aproximadamente (en Cádiz claro, porque aunque esté aquí, yo sigo llevando el reloj con hora española). El domingo fuimos al Key Biscayne (pequeña isla donde se juega el torneo de tenis) donde aprovecharnos para darnos un bañito, y luego visitar por las otras islas algunas de las casas de los famosos, 





y por último, después de mi hermano insistir mucho fuimos a la casa de Dexter (famoso asesino protagonista de la serie del mismo nombre).


Después ya no hubo tiempo para más, así que pusimos rumbo al aeropuerto y avioncito para Ann Arbor.

viernes, 25 de junio de 2010

Chicago!!!


Si cierro los ojos, creo que puedo recordar ese momento. Yo a manos del volante, mi hermano con el GPS enrollado, y cuando alzo la vista a mi izquierda ahí estaba… la torre Donald Trump flanqueada por otros tantos edificios de incalculables pisos y ventanas, iluminados, con el río a oscuras,… Esa fue mi primera imagen del centro de Chicago y la que recordaré para toda la vida. Seguramente mi hermano también recordará mi cara en ese preciso instante. 


Creo que hasta que no nos volvimos el domingo la expresión de mi cara no volvió a la normalidad y no fui consciente de donde estaba, es imposible que uno llegue a acostumbrarse a esas vistas, a esa amalgama de rascacielos...



Viéndolo así, todo parece bonito y espectacular, y pensarán joder que envidia, que bien lo pasaron. Pues sí, lo pasamos bien, genial diría yo, irrepetible sería la palabra. Pero antes de todo eso, a nuestra llegada, hubo un momento en que pensé “¿donde me ha metido mi hermano?”. Creo que es una de las grandes anécdotas del viaje. Resulta que el GPS, que he de decir nos ha servido de gran ayuda, nos condujo de camino al hotel por el trayecto más corto, ese que "te ahorra los tramos seguros de autopista". Es que cierro los ojos y lo veo clarísimo de nuevo: calles abandonadas, casas sin ventanas y tapiadas hasta el tejado, negros de espaldas anchas y carentes de camiseta por todas partes, hogueras en plena calle,… Yo, a manos del volante, mi hermano sin abrir la boca, parados en un semáforo, y de repente se para un coche de esos grandotes y ruedas gigantes con dos negros que tramaban algo no muy bueno. Hubo un silencio de unos 30segundos en el interior de nuestro coche, que solo se vio interrumpido por el cierre automático de todos los pestillos accionado por mi hermano, tras esto, un cruce de miradas de complicidad, y nada que añadir. Estábamos cagaos, pero cagaos vamos. Coche que nos adelantaba, coche que mi hermano añadía un “tu no mires,tu conduce no vaya a ser que se enfaden”, intentando arreglarlo seguidamente con un “po el hotel por internet no tenía mu mala pinta”. Magnífico, ahora lo recordamos y nos reímos mucho, pero fue un momento que no olvidaremos jamás.


Bueno, centrémonos, vamos a lo divertido de Chicago. Mi hermano, que se conoce Chicago como si hubiera nacido allí, me llevo la primera noche a cenar la pizza estilo Chicago. Si, esa esa, la de masa gordita, que parece un bizcocho, que siempre te parece pequeña y luego cuando le hincas el diente estas deseando que alguien se coma la última porción por que no puedes más. 


Pues esa fue, estaba buenísima, y tuvimos la suerte de poder degustarla en la terraza, contemplando la mundanal noche “chicagüense”. 


Esa noche, y tras la cena, fuimos a un local donde pudimos tomarnos unas copas y disfrutar de buena música en directo. Si van alguna vez, apunten este nombre, Social25, porque estoy seguro de que lo pasaran en grande y os sucederán cosas que no podrían ocurrir en España. Hay que ver Lolo, la gente en la feria de Chiclana en Corrígete Charo, y nosotros por Chicago bailando Black Eyed Peas.



El sábado amaneció nublado, y una lluvia fina hacía acto de presencia de vez en cuando, así que aprovechamos para ir de tiendas y comer una apasionante “Chezzborguer”. No sé si será el sitio más antiguo de Chicago dispensando hamburguesas, pero si no lo es, le falta poco. Es un antro con cierto encanto, y que si no fuera por el camarero desagradable que obligó a 6 clientes de forma consecutiva, entre ellos nosotros, a pedir Chezzborguer sin más dilación, recomendaría a todos los que fuesen a Chicago.

La Sears Tower fue visita obligada en la tarde del sábado una vez que el tiempo mejoró. Las vistas en cuanto a altura pueden ser muy parecidas a las de la Torre Eiffel, solo que el paisaje que se contempla desde ahí arriba es bien diferente. 



Por la noche, fuimos a un mexicano a cenar, que hizo que odiáramos por un momento a los mexicanos, al chile, al guacamole y hasta la mismísima camarera. Qué manera de ardernos la boca, ¡Dios!. Tras el mexicano y para despedirnos de la noche de Chicago fuimos a un garito llamado “Penthouse”, que no tiene nada que ver con una revista de afamado nombre, y que recomiendo también por su ambiente distendido, su buena música y su suelo resbaladizo (esta la cuentas tu Lolo).

Para culminar la noche del sábado, volvimos al local del viernes y allí ya, fue el desmadre. Sin saber cómo ni porqué, mi hermano y yo, nos vimos implicados en un juego de dudosas intenciones que supimos perfectamente como esquivar, aunque algunos no del todo (mi hermano me obliga a contar que cuando me tocaba bailar con la rubia buena del grupo una gordita se adelantó y me sacó a bailar no pudiendo negarme a ello). En ese juego hice mi primer amigo de Chicago, véase foto, que sin hablar ni el mi idioma, ni yo el suyo, supimos entendernos a la perfección.


La recogida, os la imagináis, 1 hora de tren... mi hermano apenas podía articular palabra, y yo lo miraba y le decía: killo en Cádiz son ya las 12 de la mañana, Corrígete Charo hace un rato grande que cerró, y nosotros por aquí todavía… Ahm! Y para los que esperéis algún tipo de comentario sobre las mujeres de la noche “chicagüense”, aquí todas tienen los ojos como dos swimming pool eh lolo? Jajaja…

El último día estuvimos en las playas de Chicago, y mi hermano pudo quitarse el antojo de comer por fin en la Chessecake Factory. Ya que era la cuarta vez que pasaba por la puerta y no entraba a comer. Además pudimos llevarnos dos porciones de tarta para Ann Arbor. 


Como podéis ver en la foto, volvimos a quedarnos con hambre una vez más. Ahora entiendo por qué hay tanta gente practicando deporte, con esas comidas si no lo hicieran os aseguro que el panorama sería terrible. 


Sin tiempo para más pusimos rumbo en coche a Ann Arbor con la sensación de haber pasado un fin de semana que recordaré para siempre.

martes, 22 de junio de 2010

Mi primera semana en USA

Hemos pensado, tras una dura y ardua negociación, que para darle un poco más de prestigio si cabe al blog, durante mi estancia aquí, sea yo quien comente a través de varios artículos mi estancia en USA. Sin más, para los que no me conozcan, me presento: “Hi, I'm Lolo's brother (o como él se hace llamar aquí, Manuel) and my name is David.

Ann Arbor es la primera parada de mi viaje, y poco más podría añadir a lo ya comentado aquí, y visto a través del objetivo de la cámara de mi hermano. He de decir, que todo es tan bonito como se ve desde la pantalla del ordenador, y es todo tan americano como parece: un campus universitario inmenso, casas pequeñitas con jardín, esas comidas copiosas, esos coches grandotes, etc. 


Ann Arbor es un lugar tranquilo para vivir, y por su universidad es un lugar idóneo para interaccionar con personas de otros países, o incluso de otras partes de España. 


Estos días he podido disfrutar del clima de aquí, inestable a más no poder, lo mismo llueve y hace frío que de repente sale el sol y me bajo a la piscina, puedo poner el aire acondicionado que al rato me tengo que tapá con la colchita que mi hermano me ha puesto para que no coja frío en los pies… Una locura.

Si mi madre cuando llegó a España comentó que se quedaba más tranquila viendo lo bien que está mi hermano aquí, a mi lo cierto es que lo que he podido ver, me deja un tanto preocupado. Bajo mi punto de vista está demasiado bien para mi gusto, yo le ponía un par de horitas más de laboratorio al día. Con respecto a la compañía, también difiero de lo que comenta mi madre, son "malas compañías", que solo le llevan a bares de comidas copiosas y brebajes de toda índole. De Carlos he de añadir, que ha resultado ser un magnífico anfitrión, si hay que ir a un chino… se conoce 7, si hay que ir a comer hamburguesa… pídela con guacamole que está mu buena, etc. Carlos siempre tiene un sitio a donde llevarte, siempre tiene otra opción pensada por si surgen problemas, sin duda es uno de los grandes recuerdos que me llevaré de mi primera visita a Ann Arbor.


Hemos cenado hamburguesas, sushi, hemos ido a un chino, a un cubano… hay restaurantes etíopes, vietnamitas, indios, mongoles, etc. Siempre hay algo diferente para hacer en Ann Arbor. 


En el tiempo que estuve aquí pude salir a correr y disfrutar de sus parques, de sus ardillas o de sus gansos, de ver como se queda tu coche sin batería (esa te dejo que la cuentes tu Lolo), como la Visa Electron se cobra dos veces cada factura, de comprobar que el equipo rojo es infinitamente mejor al equipo morado… De la ropa, y de las visitas a los mall (centros comerciales)… mejor no hablar, que yo creo que la Visa está ardiendo todavía. 


Por todo ello, si una conclusión obtengo de mí corta estancia en Ann Arbor es que volveré, no tengo ninguna duda, no se cuando, pero lo haré.

martes, 15 de junio de 2010

La Roja de Michigan

Y tras la victoria de la selección española en el Mundial,llegará el turno a La Roja de Michigan. Dejadme que os cuente…

Hace unos meses recibimos unos correos informándonos de la organización de un campeonato de fútbol de ¡un dia de duración! donde se enfrentarán los equipos de los consulados presentes en Michigan (Méjico, Alemania, Japón, USA, Macedonia…). Por ello, se nos invitaba a participar en la selección española de Michigan y defender los colores nacionales en dicho torneo, el cual se llevará a cabo en Octubre.

A Carlos y a mi nos faltó tiempo para apuntarnos. Todo loque sea un partidito de fútbol está bien visto, y además era una posibilidad de conocer gente española en todo el estado. Para ello se organizaron lo que se ha denominado como “entrenamientos”.

Estos “entrenamientos” consisten en quedar todos los sábadosa las 9 de la mañana (para mi es un suplicio), en uno de los numerosos campos de fútbol que hay repartidos por los alrededores y jugar una “pachanga” entre nosotros. Y lo más importante, y como buenos españoles, tras la finalización de estos “entrenamientos” nos comemos unos chorizos de Bilbao con cervezas, unas salchichas o lo que se tercie mientras hablamos de lo humano y lo divino todo adornado con los típicos comentarios y bromas “made in Spain” (como “Qué malo eres cabr… , vaya mier… de tiro…, o me he lastimado el “seductor”).

La intensidad de los entrenamientos (y la edad media del grupo, sumado a la baja forma de la plantilla) hace que cada partido nos retiremos unos cuantos lesionados y otros seamos bajas para las continuas convocatorias.

Así, hemos podido conocer, a Ismael un sevillano enamorado de Cádiz, a Angel el capitán del equipo, a Juan Carlos que tiene una empresa de aeronáutica y a su hijo Fran, Albert, a los dos Pablo y a los dos David, a Javier, Mikel, Jorge (el único portugués conocido en Michigan), a Manu Tenorio (sí,como el cantante pero con mucha más gracia), a Martin, Gustavo… y un largo etcétera.

El caso más curioso quizás es el de Juan, quien lleva unos años aqui trabajando para una empresa que realiza todo tipo de plásticos para tetrabricks y envases. Resulta que nació en Cádiz, aunque a los 5 o 6 años su familia se mudó a Madrid. Tras unas charlas con él, me comentó algunas de las historias más divertidas que le habian pasado en su colegio, ¡¡¡el colegio Argantonio!!!. Fascinante, encontrar a alguien que ha ido a tu mismo colegio, a miles de kilómetros jugando un partido de fútbol contigo…

En fin, que el equipo posiblemente no va a ganar el torneo y el juego que desplegamos posiblemente no va a ser recordado por nadie, pero estamos haciendo amistades y estamos pasando unos ratitos muy pero que muy divertidos. Además, de que uno, se siente como en casa…

Aquí os dejo un par de fotos de los mejores momentos, no del entrenamiento claro.