Ann Arbor Today

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sábado, 21 de julio de 2012

El remojo del rano nocturno...

El 17 de Julio de 2012 fue el día en que se registró la máxima temperatura del año en Ann Arbor (40 grados). Y parece que no sólo era la más alta de ese año, también del anterior, y del anterior del anterior... y de los diez anteriores, y parece que estuvo ahí ahí por ser la más alta de la historia de esta ciudad (41 grados) o lo que es lo mismo 105 grados fahrenheit. Y como decía Guardiola y con perdón, más de 100 es una puta barbaridad.

El 17 de Julio fue el día en que al llegar a casa creí que se me había estropeado el frigorífico porque los alimentos no estaban frescos en su interior, y fue el día que me cancelaron el partido de fútbol por primera vez en tres años debido a las altas temperaturas esperadas. Como ya veis, porque haya nieve en invierno no quiere decir que también haga frío en verano. Lo normal en Julio son 28-29 grados... ¿¿pero 40??... Por no haber no había ni mosquitos, elementos autóctonos y omnipresentes del verano michiganiano. Imagino que estaban metidos en el horno de una pizzeria o picándole a algún pingüino para refrescarse.

Así que viendo que la noche se iba a presentar muy calurosa, me preparé y decidí llevar a cabo el plan que tenía en mente desde hacía tiempo. Ahora que han pasado los días, creo que los dos vasos de sangría que me tomé en el porche de Germán aquella noche me hicieron dar el paso adelante.

Eran las 23.48. Me acerqué sigilosamente a la piscina que debía estar cerrada desde las 10 de la noche. Efectivamente, habían puesto un candado junto a un cartel que decía Piscina cerrada. El plan iba según lo previsto.


Observé con detenimiento esta mesa de madera junto a la valla que cerca la piscina.


Y al otro lado, otra silla de plástico. Toda una organización al nivel de los más espabilados de la clase.



Reinaba el silencio, solo perturbado por algunos insectos y pájaros nocturnos y por el fluir de los chorros de agua de la propia piscina. En el agua se reflejaban las luces de los apartamentos y de vez en cuando alguna luciérnaga le daba un toque mágico al entorno.



Con la tranquilidad que da la soledad, y la compañía del cielo estrellado sobre mi cabeza vi como un pie se metia detrás de otro.


El agua "pucheril" de mi piscina no me hizo dudar ni por un segundo que el plan llegaría a buen término. A los pocos minutos estaba haciendo el perrito en la piscina con un estilo que ya quisiera para sí uno de Oklahoma. Tras unas cuantos movimientos acuáticos para los que solos estamos capacitados ciertas especies de rano y yo, terminé saliendo de la piscina de esta guisa.


Y así de esta manera, el 17 de Julio de 2012 siempre será recordado como la noche del baño solitario del rano nocturno. Fue todo un placer y esperemos que con el tiempo pueda convertirse en una fiesta anual...
¿Habrá más baños de ranos este año?
¿Volverá a repetirse el 17 de Julio del 2013?
Quién sabe... Estas y otras preguntas deberán esperar y sólo el tiempo nos dirá que nos depara el destino....

PD: Si alguien de los apartamentos lee esto, es todo mentira, es fotoshó. Yo estaba "acostao" desde las 23.47.

¡Esto es Hollywood! (y parte 4)

Y a la mañana siguiente, ¡¡¡las playas!!!!. Pero antes, el "programa del día" consistía en visitar algunas de las zonas más famosas de Los Ángeles. Uno de los más elegantes barrios, situado a ambos lados de Sunset Boulevard y en las colinas de Santa Mónica, Bel Air.

Recorrimos el exclusivo barrio en el coche, y no vimos a ningún famoso pero seguro que haberlos, había...



Pasamos por la que nos pareció era la casa del famoso príncipe, estuvimos curioseando las mansiones que pudimos, las que no estaban cubiertas tras vegetación, vallas, cámaras de seguridad y demás.... y aprovechamos cualquier momento para quedarnos con un recuerdo del viaje.


Tras esto... rumbo a las playas. 


Y para empezar la famosa Venice beach. Lugar de residencia de una comunidad de "intelectuales" y "artistas de vanguardia" que conviven en unos pocos kilómetros con otros tantos raritos,


culturistas,


músicos, 



skaters,





surferos, patinadores, ciclistas, modelos (muchas de plástico), 


gimnastas y deportistas. 


Todo acompañado de sol, la playa con sus vigilantes, 


tiendas vintage, de segunda mano y de última moda, un parque de atracciones, 


un gimnasio y el mar pacífico. Locura, sí. Pero bendita locura...


Y alli en la playa, entre olas y algas decidí darme el primer baño en el pacífico de mi vida...


Parece mentira que viniendo de Cádiz me pudiera sorprender una playa urbana. Y no lo hizo Miami. Pero Venice Beach sí. La playa no sólo es una playa, es una ciudad dónde tienen cabida todo tipos de espacios para practicar todo tipo de deportes, con tiendas de ropa y bares, con músicos y artistas animando el paseo... Con gentes de todas las razas y culturas, religión y gustos sexuales. Si hay alguna forma de entender la playa como un lugar de vida... Posiblemente sea aquí. 


Y antes de terminar nuestro periplo pudimos vivir dos de los momentos del viaje.
El primero, Mario, quién se clavo astillas de una palmera al intentar trepar, se lleno el pie de alquitrán al bañarse, fue el único que viajó solo en el avión a la ida y olvidaría el sombrero en el avión a la vuelta... Sí, Mario, decidió practicar la gimnasia de anillas. He de decir que muchos nos esperábamos lo peor... Hubo un momento en el que nadie sabía si nos iba a demostrar una habilidad oculta o se iba a caer y a partir un brazo en el primer movimiento...
 pero salio bastante decentemente del embolao. ¡Bien Mario, bien!


El segundo, fue cuando Alfonso intentó aparcar el coche en un parking cercano al parque de atracciones de Santa Mónica. Llegamos y no había nadie, así que nos pusimos delante de la valla y Alfonso siguió las indicaciones que la maquinita le decía para pagar. Primero no aceptaba tarjeta, segundo le dijo que eran 5 dólares pero no aceptaba billetes grandes. Empezó a meter dolar a dolar y la máquinita devolvía los dolares antes de que llegara a cogerlos por tercera o cuarta vez. A todo esto, los coches se iban acumulando detrás. Un hombre se acercó para decirle a Alfonso que pasara y pagara a la vuelta. Era lo que todo el mundo hacía le dijo. Pero Alfonso ya había decidido que el terminaría de hacer lo que empezó, y además ya había conseguido que la máquina cogiera tres y sólo le quedaban dos más. No se cuanto tiempo llegamos a tardar pero se hizo eterno, y yo no podía para de llorar de risa viendo que llegamos a tener trece coches detrás esperando para pasar. Eso sí, ninguno pitó. 

Supongo que fue una experiencia ser los provocadores de uno de los famosos atascos de Los Ángeles. Muchas risas y muy divertido. 

Y con esto, y una foto en el cuartel de los vigilantes más famosos del mundo, terminamos nuestro gran viaje por la área de Los Ángeles. Si usted, querido lector, ha sido capaz de leerlo todo, espero que lo haya disfrutado y haya sonreído al menos una cuarta parte de lo que lo hicimos nosotros viviéndolo. 


Un abrazo a todos.

viernes, 13 de julio de 2012

¡Esto es Hollywood! (parte 3)

El domingo empezaba con un plato fuerte, el paseo de la fama. Y nosotros estábamos listo para ello...


Para los que no lo conozcáis es un paseo tan largo y con tantas estrellas que cansa... ¡¡¡y por las dos aceras!!!. Además que ir todo el tiempo mirando para el suelo leyendo no es muy cómodo... Montones y montones de nombres desconocidos entre algunos conocidos. Posiblemente algunas estrellas merecidas, diluidas entre otras tantas que no lo fueron...


Al principio ves algunas con curiosidad, después ves algunas que nunca pensaste que sus poseedores las merecieran y cuando curioseas un poco, como muchas cosas en este país, tienen la misma explicación... el marketing y el dinero lo hacen todo. Basta tener una productora potente detrás poniendo dinero para que puedas tener la tuya. En el suelo hay de todo...  puedes reconocer dibujos animados,



perros,


ogros,


 compañías de cine...


Y echas en falta otros que no están porque no quisieron, o porque su ego no quiso que sus nombres acabaran pisoteados por millones de turistas. Y así, grandes como Clint Eastwood o Madonna (por poner ejemplos de iconos muy diferentes de nuestro tiempo) no tienen la suya, uno porque no quiso, y la otra porque no fue al acto de entrega.


Cada turista busca la que quiere, y por internet puedes encontrar la localización de la estrella de tu artista favorito. Y así, cada uno de nosotros, y durante al menos dos horas, eligió y posó como quiso con las estrellas que le hicieron más ilusión... Aquí os pongo algunas que me llamaron la atención... por ejemplo la primera con la que empezó todo,


la de los tripulantes del Apollo XI (que es la única que no es estrella),


las de algunos clásicos...






las de algunos idolos... 



Tras el largo recorrido, dedicamos unos minutos a ver el teatro chino, o mejor dicho el suelo de la entrada. El teatro tiene un aire al viejo hollywood, a las viejas películas, a lo que era el cine y el glamour de sus habitantes hace años... Allí tienes que pelearte con los otros turistas para ver las manos de Spielberg, las de Johnny Depp, o las de Sophia Loren... 




 los zapatos de Jack Nicholson, los mocasines de Michael jackson junto a las manos de sus hijos, etc...




Y como en todos los sitios de turisteo, cualquiera busca hacer dinero, y un ejemplo son estos churri-superhéroes de metro y medio y flacuchos con los cuales puedes hacerte una foto, previo pago claro. 


Y junto al teatro chino, se encuentra el (¿gran?) Teatro Kodak, construido para albergar la ceremonia de los Oscars y que si no te dicen donde está nunca lo veras, se encuentra en el interior de un pequeño centro comercial y lo único que hace indicar que ahí hay algo relacionado con el cine son los títulos de las mejores películas ordenadas cronológicamente y un pequeño letrero junto a una puerta que dice Kodak Theatre.


Debido a un espectáculo del Circo del Sol que empezaba por la tarde no pudimos entrar al teatro, me quedé "muy" mucho (que diría Eleonora) con las ganas de entrar, una pena... y también fue una pena no poder ver el Circo pero teníamos la agenda más apretada que un famoso.

Junto al teatro, una plaza realmente bonita y luminosa que da vida al entorno... Y desde la cual hay un mirador para que veas el letrero de Hollywood y recuerdes donde estas...


Tras el largo paseo nos dirigimos a los estudios de la Warner Bros. Es más típico visitar los estudios de la Universal pero son más caros y tienen una parte de parque de atracciones tipo Disneylandia en la que nosotros realmente no estábamos interesados. Mucho menos yo, que las alturas y las velocidades me producen nauseas y ganitas de hacerme popó. Y la verdad es que salimos muy muy contentos por la visita. Vestuario de Harry Potter, Matrix, Batman, o The big bang theory, decorados que sirvieron a cientos de películas y series como Minority Report o El mentalista...


donde se rodó la famosa escena del beso de Spiderman, 


o el teatro de la reciente oscarizada The Artist, por poner ejemplos... 


Coches única y exclusivamente diseñados para películas, como el Batmovil, el cual nos contaban que es un coche real y alguna vez se han dado un paseíto por los estudios, ante la mirada envidiosa de los presentes... 



Los camerinos por los que han ido pasando algunos de los más famosos actores de las más aclamadas series... 


y el plato fuerte y para lo que todos estábamos esperando...


Algunos de nosotros estábamos realmente emocionados al estar dentro y formar parte del Central Perk de Friends. 







Y aquí la mejor... 


Emociona, y da nostalgia ver con tus propios ojos algo que durante más de siete años viste por la pantalla de tu televisión y que tantos momentos de diversion y risas nos dieron... Salimos muy muy contentos como se puede ver en las imágenes... 


Todo era motivo de baile y risas...  Y fue cuando Sara hizo famoso su cántico de.. "Y esta nocheeeeee... Salmorejo, croquetitas..." Momentazo del viaje; en unos párrafos os explicaré de donde salió esa canción... 


Tras el subidón, rumbo al cartel de Hollywood.


Aunque teníamos más o menos claro que no se podía acceder directamente al cartel, yo había conseguido por internet unas coordenadas para acercarnos lo más posible con el coche. Y aunque por el camino puedes leer "por aqui no se llega al cartel", la verdad es que te aproximas bastante.


Tras aparcar en una cuesta de tierra, y caminar una cuestecita... allí estábamos... ¡En Hollywood!.


A continuación, el plan era dirigirnos al observatorio a ver la puesta de sol. Pero pensamos que era demasiado pronto (no nos imaginábamos cuanto equivocado estábamos). Paramos para tomarnos un heladito,


y viendo que aún faltaba se me ocurrió mirar el GPS para comprobar que en 15 min estaríamos en el hotel y nos daría tiempo a cambiarnos de ropa para la noche. Como siempre que miramos el GPS, los 15 min se convertían en 50 debido al tráfico y los semáforos. Y lo que era, inicialmente, ir y volver al hotel en 30 minutos, se transformó en 1 hora y media por las calles de Los Ángeles. Para colmo el sol parecia ponerse antes de lo que yo había visto en internet. Vamos, que después de todo perfectamente organizado, en 5 minutos "la lie parda". Total... mucho  cachondeo. Más cuando llegamos cerca del Observatorio y los parking estaban llenos, había un atasco monumental y todo hacía indicar que ya no sólo no veríamos el atardecer si no que ni siquiera podríamos bajarnos.


Cuando ya dábamos por hecho que nos tendríamos que volver, vimos un sitio en el otro sentido. Alfonso dio un volantazo, nos bajamos y empezamos a andar cuesta arriba a un ritmo que ya quisiera Contador para el Tour. No se si sería como se torció el plan, el esfuerzo que hicimos por llegar a verlo, o que realmente fue de lo mejor del viaje que las vistas y el momento nos pareció extraordinario. Para mi, uno de los momentos del viaje. Realmente bonito ver atardecer en una de las zonas más pobladas del planeta y en un entorno precioso como podéis ver en las fotos.







Y llegó el momento de la cena. Y por segunda vez volvíamos al mismo lugar. Dejadme que os cuente...
La primera noche, empecé a buscar un sitio chulo y curioso para ir a cenar. Algo distinto de hamburguesas y pizzas. Algo que recordar de Los Ángeles y creo que lo conseguí...

Así encontré El bazaar de José Andrés. Famoso chef español, formado bajo la batuta de El Bulli, con la Orden de Las Artes concedida, y que se ha hecho realmente famoso aquí por su programa de televisión y por tener varios restaurantes en Washington.

La primera noche fuimos pensando que íbamos a una venta de las de España, con su pringue, sus tapas, y sus platos caseros. Vestidos con pantalones cortos, camisetas, y pensando en tapear las famosas croquetitas y salmorejo que Sara cantaba nos colamos en un entorno de lo más pijo. Cuando llegamos al menos tres porteros nos indicaban como entrar en el aparcamiento, nos cogían las llaves y se llevaban el coche para aparcarlo. La gente no sólo iba realmente guapa sino que además iba realmente bien vestida para lo que es este país. Se veía clase y dinero sobre todo en la zona de cocktails. (Y sí, amigos, las tías... impresionantes). Nos dijeron que prácticamente no tenían sitio para cenar esa noche y decidimos que no nos íbamos a quedar con las ganas, así que reservamos para volver la siguiente noche.

La segunda noche llegamos a lo justo tras el observatorio. Pero ahora si íbamos mucho más acorde vestidos. Cuando nos escucharon hablar español, nos asignaron una camarera (no se si este término se queda corto para esa chica) que era española. La "camarera" en cuestión sabía 4 o 5 idiomas y se caía al suelo de pija y estirada. Estoy de acuerdo en que el sitio tenía nivel, pero debería adaptarse un poco a la clientela que llega, sobretodo si es gente con ganas de tanto cachondeo como nosotros. Mi hermano estuvo a punto de soltar una tremenda carcajada cuando al pedir tortilla de patatas, la chica le explicaba que no se esperara ni mucho menos una cuña de tortilla... la tortilla estaba deconstruida, el huevo calentado por una hora a 65 grados y al final se presentaba en un chupito. Pues eso... risas.




La verdad es que casi todo estuvo exquisito y aunque no nos quedamos llenos, no estuvo mal ni en precio ni en cantidad para lo que nos esperábamos al comer en un sitio de estos.


Con la barriga semi-llena, los bolsillos semi-vacíos y un montón de risas a nuestras espaldas llegábamos al hotel para descansar y afrontar el último día de nuestro viaje.