Ann Arbor Today

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martes, 30 de septiembre de 2014

El teletransporte merece la pena

Está claro que es caro y cansa tela... Pero el teletransporte es un invento que merece mucho la pena.

Allá por el 2011 (Cadiz una de cal y una de arena) escribía sobre lo bonito (y agradecido) que sería poder bilocarse o teletransportarse a Cádiz y disfrutar de los tuyos y de lo tuyo aunque sólo fuera por un ratito, en esos días en los que te invade la morriña, la nostalgia, o mejor dicho, lo que mi amiga portuguesa Alexandra llama "saudade". Era cuestión de tiempo que surgiera la ocasión o el momento de tener que hacerlo. Y tres años después aquí estoy.

El teletransporte, en principio, me costó un pico; cuatro compañías aéreas, ocho vuelos, seis ciudades, tres países... Después a la vuelta vinieron los aviones estropeados, el overbooking, los retrasos de un día y esperemos afortunadamente (y nunca mejor dicho) la cuantiosa indemnización...
Para resumir, una teletransportación de 5 días incluyendo el tiempo de los viajes (cerca de 40 horas en total)... Una paliza.

Y sí, fui a España para una boda y me volví.
Cuando lo contaba, la gente movía los ojos al cielo, exclamaba, suspiraba, fruncía el entrecejo y soltaba alguna expresión similar a "tu estas loco", "tu estas colgado" o "tu eres un flipao". Pues sí, de locos...
También me dijeron: "Muy buenos amigos tienen que ser...". Y sí, no hay duda, lo son.

Y ya me hubiera gustado y me gustaría hacer esto más a menudo, pero como a la mayoría de los mortales, ni mi economía, ni mi trabajo me lo permiten. Ya me perdí unas cuantas bodas estando aquí (la de Kiko y Ana, la de Anita, la de Laura y Carlos, la de Patricia y Fran, la de mi "hermana" Chari... y me perderé alguna más en los próximos meses, como la de Ángel y Laura), y me perdí algunos buenos y malos momentos en los que ojalá hubiera podido estar más cerca para vivirlos con la gente que quiero... momentos en los cuales mis amigos o familia necesitaban un abrazo o ánimos y yo no podía dárselos. O igualmente cuando yo los necesité.

En esta ocasión todo coincidió para bien, podía pedir unos días, tenía un dinero ahorrado y obviamente se casaban dos de mis mejores amigos, Tita y Abel. Y por ellos se teletransporta uno donde haga falta.

¿Qué más podría decir? A ella, la conozco desde que era un niño. Toda una vida.



Después de mi familia, y junto con Mariajo, puedo decir abiertamente que es una de las persona que más me ha influido y más me enseñó cuando era un crío. Crecí con ella en muchísimos aspectos y si casi 30 años después la sigo teniendo cerca y la quiero con locura es por que cualquiera querría tener a su lado a alguien que desprende tanta alegría.



A él, lo conozco desde hace 10 años. Con él se puede estar hablando de cualquier cosa, con una humildad y una cercanía que te hacen sentir bien desde el principio. Todo los momentos que recuerdo junto a él son riendo, pasándolo bien, disfrutando y al fin y al cabo repartiendo felicidad. Con él, el tiempo pasa rápido, y hablar así de alguien tras 10 años, sólo puede ocurrir si es alguien que merece mucho la pena.  
Y si son una maravilla por separado creo que llegan a ser mucho más grandes juntos. 


(Aquí viendo un video de ellos... Sí, lloramos todos...)

Son unas de esas parejas que cuánto más tiempo pasan juntos más felices se les ve. El uno con el otro y el otro con el uno, o más como uno solo... Envidia sana total. 


Y yo, pues disfruté del día, su día, a lo grande... ¿Qué iba a hacer si no?


Me reí con mis amigos, comí, bebí, y viví cada segundo como un regalo de los dioses... Algo irrepetible. 



Desde que lo decidí sabía que no me arrepentiría de hacerlo y sí que lo haría de no hacerlo. Haber estado en Ann Arbor viendo fotos y recibiendo mensajes de todos mis amigos y yo aquí... uffff no habría podido soportarlo (o seguramente sí pero con un mosqueo importante)...


En fin, que mereció la pena. Ya lo creo. Una auténtica gozada... 

Además el teletransporte también tiene más ventajas. Por que a veces a uno se le olvida entre tanta Universidad y tanta ciencia, tanto trabajo y tanta vida lejos de tus raíces de quién eres y de que es lo que realmente importa en la vida. Y estar con mis amigos y con mi familia por unas horas no tiene precio ni merece escatimar esfuerzos. Y además, te pone en tu sitio rápidamente.


Y si de propina te llevas un bañito en la playa o un atardecer gaditano-playero a finales de Septiembre, cuando aquí las mínimas empiezan a rondar los 5 grados, no hay dólares en el mundo para pagarlo.




21.06 pm del martes 30 de Septiembre. Más cansado y más pobre pero tremendamente más feliz acabo de llegar a Ann Arbor de vuelta... Sarna con gusto no pica, que dice el refrán. Ojalá el teletransporte baje de precio y reduzca los tiempos en el futuro. No tengo dudas de que un servidor sería una persona muchísimo más sonriente. Por ahora, salta a la vista que la sonrisa aún me durará unos días...
Nos vemos en Navidad, familia. Ya estoy contando los días... 80, 79, 78...
Un abrazo.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Historias de caballeros y princesas


Será que en los últimos años nos están invadiendo con las historias de El señor de los Anillos,


el Hobbit 


o Juego de Tronos...


o será que hay algo en todos nosotros que nos hace aguantar la respiración 


y abrir los ojos como platos 


cuando oímos hablar de las historias mediavales. 
De brujas y vudú,

 

de conjuros y ritos,


de bellas hechiceras con sus brebajes y pociones,


de criaturas embrujadas con alguna clase de oscuro sortilegio, 


de simpáticos juglares, 


refinados poetas,


y elegantes músicos,



de duendes y trovadores,



de artistas del maquillaje,


cómicos malabaristas,



 bufones de la corte, 


o humildes artesanos... 


De arqueros agazapados en el bosque,



y del bosque, y de ladrones, Robin Hood y sus secuaces, 



de los caballeros y las justas...




de bellas plebeyas que enamoran al principe del reino, 


 de hadas y princesas que engatusan a cualquiera, 



de secretos y confesiones de alcoba 


sobre amores prohibidos, 


de seres lujuriosos que habitan en los sueños de otros,


y de reinas malvadas...


De tabernas y tugurios, 



y de la mar, los capitanes de barcos, fragatas, 



los corsarios,


piratas, bucaneros y grumetes, 




de seres mágicos que habitan en los bosques... 


de ninfas,


dragones, gnomos, ... 



satiros y faunos,


Y hay veces que la realidad, 


la fantasia, 


el romance 


y el terror de aquellos tiempos pasados,


nos envuelven en un universo tan fantástico y medieval,



  que es difícil discernir que es real y que fue producto de los sueños de los contadores de historias.



A lo largo de todo Estados Unidos y en los diferentes estados, existen muchos de estos festivales del Renacimiento. Esta fue mi visita al 36 Festival del Renacimiento de Michigan. Gracias a mi amiga Kasia, que hizo pago sin necesidad de su apuesta perdida regalándome una entrada ;) (Gracias por el detalle, lo he disfrutado muchísimo como verás) y gracias a la Srta. McConnell que me acompaño en este maravilloso sueño.


Si tenéis oportunidad de visitar alguno de estos festivales no lo dudéis, no os decepcionará. Y si por casualidad, al llegar os encontráis a un tipo haciendo un espectáculo cómico con fuego y malabares,



supuestamente nacido en Nueva York, con padres de Santander
y para colmo llamado Manolete, 


uno no puede más que sonreír, comerse una pierna de pavo al más puro estilo medieval


 y disfrutar del renacer...

Un abrazo a todos.