Ann Arbor Today

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viernes, 29 de noviembre de 2013

El mundo de los animales en Toledo Zoo

Alguna vez os he contado la diversidad de gente y trabajos curiosos que hay por estas tierras. Siempre hay alguien que te sorprende cuando preguntas aquello de ¿y tú a qué te dedicas?.  



Recordareis que otras veces os he comentado que tengo amigos investigando si hay agua en Marte, trabajando en pozos de gas y petróleo o estudiando mamíferos extintos, por nombrar algunos de los más "raretes".



Pues bien, hace poco he conocido a una chica llamada Denae con un trabajo (y un nombre) cuanto menos curioso.  




Se dedica... ¡Atención!.. a estudiar como diseñar y mejorar el hábitat y el recinto de los animales en el zoo. "¿Eh? ¿Eso existe?" Os preguntareis... Pues parece ser que sí. 




Algunos pensaréis que ya con el Zoo Tycon o ese tipo de videojuegos era suficiente, y parece que no y hay gente que se dedica a trabajar en esto. 





Así que esta chica, se pasa tres días en los diferentes zoos de los alrededores estudiando a los animales y viendo su comportamiento, con vistas a mejorar unas posibles futuras instalaciones. Curioso cuanto menos, ¿no?. 



Si aún queréis concretar más y saber cuán específico puede ser el estudio, ella estudia el zorro ártico como especie modelo.  Sí, no sé... dice que después lo aplicará a otras especies... El zorro ártico... buscad una foto en el google por que precisamente en este zoo de Toledo no tenían estos perritos blancos de "juguetil" aspecto... 




En fin, que con todo esto me acordé que con motivo del buen tiempo reinante durante un fin de semana la pasada primavera y las ganas que me invadían de aprovechar cada segundo de sol, convencí a la Rubita para ir a tan sólo una hora de distancia al zoo de Toledo.



Y me acordé que tenía unas fotos muy chulas de aquel día y nunca puse por aquí. 


Aunque en la carrera siempre huí de las asignaturas de animales, plantas, y demás, y no soy muy fan de las mascotas, tengo que reconocer que los zoos me divierten. Siempre fui biólogo de bata y no de bota. Y recuerdo disfrutar muchísimo con mis padres yendo a los zoos de Madrid o Barcelona de pequeño. ¿Hablaría este loro, mamá?


Y ya de mayor, siempre que he tenido la oportunidad, me he colado en algún zoo...



 Pero esta vez era la primera vez en años que iba con mi cámara y mis objetivos, y tenía muchas ganas de fotografiar toda clase de animaletes. 




La verdad es que sin ser un zoo enorme en tamaño, el Zoo de Toledo no está nada mal. Bastante bien cuidado, y con lo suficiente para disfrutar de unas horas en compañía de los animales.






Pues todas las fotillos que componen este post y que quería compartir con vosotros fueron tomadas esta primavera en el Zoo de Toledo (el Toledo de Ohio, no el que esta a 70 km de Madrid). Un sabadito cualquiera pero especial como él solo. 






¡Seguid atentos al blog y echar un ojo de vez en cuando!


martes, 5 de noviembre de 2013

Mañanita de paseo, tarde de niebla

Ya sé, ya sé que el refrán es al revés... Pero aquel día estuvo precioso al amanecer y luego se fue nublando, enfriando, estropeando al fin y al cabo. 

Y yo, que le había echado el ojo a un paisaje desde la ventana del trabajo, estaba loco porque un día la luz del Lorenzo pegara fuerte sobre las hojas para mostraros algo, como todos los años, como cada octubre y como cada otoño.

Y era domingo, ese domingo que a las 3 son las 2, ese domingo en el que te regalan una hora para que hagas lo que quieras; y la luz entró por la ventana tan brillante que me despertó al amanecer. Y cuando vi el cielo azul, no pude resistirme, no tardé en coger la cámara y casi sin desayunar me fui raudo y veloz hacía aquel paraíso. Sin coche. Sin caminata. Un "otoño" a cuatro pasos de mi casa. 


Solos. La cámara, y yo... y yo con una sonrisa en mi cara. 



Y contento con esas ínfimas cosas que te llenan de ilusión, me paseo, haciendo fotos y más fotos...



 Y me acuerdo de toda la gente que quiero que vea lo que estoy viendo. Me parece tan mágico. Y miro al cielo y hago algunas fotos con el móvil y las mando. 


Y ya esta aquí el otoño. Sí, lo sé, igual que todos los octubres, igual que todos los años. Llega el frío, el viento sopla más fuerte y las hojas se caen. Igual que todos los octubres... Igual que todos los años. Los árboles, mi nariz y mis manos... rojos, pero yo ni lo noto,... 


Y sigo con el paseo. Mientras miro allí y acá, o aquí y allá, y me giro y me vuelvo. Y hago más fotos... Los expertos en fotografía dicen que a veces sólo hace falta avanzar o retroceder un pequeño paso para que la perspectiva o lo que ves por el visor de la cámara te muestre algo completamente distinto... 


 y miro las fotos en la pequeña pantalla de la cámara... y me pregunto ¿Y qué voy a contar en el blog? Sí el otoño ya esta muy visto, me digo. Pero me gusta tanto lo que veo... Y sobrarán hasta las letras, me respondo. No hacen falta. 



Y se que hay mucha gente a la que el otoño le deprime, esos colores dorados/ocres/rojizos, la llegada del frío, el menguar de los días... La sensación de que la naturaleza se encoge, se esconde, se muere... 


Y yo allá donde miro veo luces, colores, sombras, cambios, vida... Será otra forma de verlo me digo, otra forma de sentirlo... 


Y en mi camino llego al puentecito que ronda al parque.  Lo confieso, le tengo cierta manía.. Envidia quizás... coraje también. 


Sí...  porque parece que esta allí porque tiene que estar. Como si nada. Pero este puente tiene algo. Que enamora. Que gusta. Me lo han dicho bajito al oído paseando por sus losas. Y siempre me saca una sonrisa y me roba el tiempo cada vez que camino por sus aceras. ¡Habré visto yo puentes bonitos!... y este... este...


Y voy y vengo. Y miro hacia un lado y hacia otro. Y habré pasado cientos de veces por allí durante estos cuatro años, sólo y en compañía. De primavera a otoño. De noche y de día. 

Y es un quiero y no puedo, pero me parece tan especial la vista, el paseo con sus farolas y el bosque de coloridos árboles al final... los paseos que me di, adonde iba, de donde venía y con quien... y no consigo capturarlo. Y voy por una acera... y voy por la otra. 


Y cuando no dejo de dar vueltas, las nubes están llegando y casi me abandono pensando en otro día más que no consigo mostrar cuanto me gusta este pequeño rincón, cruzo... y miro de reojo, y veo la foto. El camino perderse hacia la tierra, las farolas acompañando a la vista y allí, el bosque de árboles de colores esperando. Silencio. Me paro y por unos minutos los coches dejan de pasar. Quizás un semáforo, quizás una brisa de suerte. Y contento decido que al menos esa mañana de fotos otoñales ha terminado.
Porque tengo lo que quiero. 


Había que salir temprano, aprovechar la luz, tener el paisaje... Y me vuelvo a casa tarareando una canción y con la sonrisa en las gafas, pensando que casi que da igual lo que escriba. Tengo las fotos de los árboles rojos y tengo la foto del puente que quería mostrarte.
Es casi mediodía en Ann Arbor, y estoy deseando ponerlas en el blog para que todo el que quiera las vea. 

Y sí, ha llegado el otoño, igual que todos los octubres e igual que todos los años, y yo quería compartirlo con vosotros antes de que se fuera.