Ann Arbor Today

Ann Arbor Today

jueves, 23 de junio de 2011

Naturalmente Michigan

Y justo el fin de semana antes de que nos fuéramos a Boston, decidimos no con menos calma, conocer un poco más el Estado (que no estado) en el que vivimos. Para ello, y con el puente del Memorial Day (día de recuerdo a los soldados caídos en servicio) de por medio, diseñamos una ruta bastante apretada para variar, que incluía la visita a dos parques naturales, la estancia en un Bed&Breakfast para la primera noche y en un hotel para las otras dos, nuestra furgoneta de alquiler, todo un clásico ya, con mucha gasolina y turnos para conducir, y copilotar. Debe ser por esto que, una semana después, el camino a Boston no nos pareció para tanto.

Poco antes de llegar a nuestra primera parada sucedió una cosa que marcaría el viaje y quedará recordado para siempre por los que íbamos en la furgoneta. Os pondré en situación... Conducía Cata (con fama de "Montoyita" en recuerdo de Juan Pablo Montoya, colombiano que fuera piloto de Formula 1, aunque eso sí, respetando los límites de velocidad), de copiloto Ramón, detrás de Cata, Alfonso y detrás de Ramón, yo. Todos despiertos. Al fondo, Germán, María y Sole dormían. Era noche cerrada, y sin apenas luz en las carreteras. Por momentos chispeaba o llovía. La carretera desierta en algunos tramos y solo un carril en cada sentido. En un determinado momento y en una curva, nuestro carril se abrió en dos, lo que aprovecho Cata para adelantar. Alfonso, detrás de Cata y que no vio que nuestro carril era doble, cuando vio que un coche venía de frente por el supuesto carril que estábamos invadiendo, gritó "Cataaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa". Cata se quedó perpleja. Ramón y yo nos giramos y vimos como la cara de Alfonso reflejaba el momento en el que pensaba que iba a morir. Los de atrás se despertaron asustados. Tras unos segundos, Alfonso dijo: Vale me he equivocado, pero pensaba que íbamos a chocar y nadie hacia nada. A partir de entonces, durante todo el viaje, y los posteriores, cualquier momento es bueno, para gritar "Cataaaaaaaaaaaa" con voz aguda, ahogada y aniñada para reírnos y recordar el momento.


Volviendo al viaje, el viernes el plan era conducir hasta "Sleeping Bear Dunes", un parque natural conocido por su enorme duna de arena, que más que una duna es un desierto elevado. Para ello reservamos dos habitaciones justo a la entrada del parque en casa de un matrimonio. La señora fue muy amable, recibiéndonos ya de madrugada...




La casa era como una casa de muñecas y no sabría decir si de cuento de Disney o de cuento de Tim Burton. Es por ello que incluso para lavarnos los dientes, preferimos no quedarnos solos... Eso parecía el cuarto de baño de Gran Hermano.


Tras eso, a dormir que al dia siguiente empezaba nuestro verdadero viaje.

A la mañana siguiente, el matrimonio nos preparó el desayuno. No estuvo mal en cantidad, ni podríamos decir que tampoco en calidad. Si bien mezclar en un plato gofres, salchichas y fresas no creo que lo recomienden en ningún libro de cocina de El Bulli. ¿Fresas con salchichas? Pues sí... Por cierto como podeis ver en la foto, la casa y en concreto la cocina, era de esas en las que no cabe ni un sólo detalle más. 


El día amaneció realmente malo y fue una pena hacer el recorrido previsto. No se veía casi nada, la niebla y la lluvia empañaron, nunca mejor dicho, nuestra visita. 


En esta foto, y detrás de mis amigos, se debería ver el lago... 

Y en esta que sigue, estamos en un "mirador"... 


Alfonso miró por los prismáticos y vio lo mismo que sin ellos....


Por un momento, y en este entorno tan peliculero, pensamos que estaban rodando la siguiente peli de Crepúsculo y uno de los vampiros aparecía entre la niebla. Pero no, era German que no se podía aguantar las ganas de orinar. 


Así que decidimos pasear un rato y volver al coche para continuar hacía la famosa Duna... 


Al llegar, no pudimos disfrutar ni de vistas, ni de baño ni de nada. Ni siquiera del recorrido de la famosa duna, que según cuentan se tarda 45 minutos en recorrer, nos recomendaron no hacerlo ya que no se veía nada. Por tanto, nos hicimos una foto abajo... 



Corrimos hacia arriba de la duna y a sprint fuerte, en mi caso al menos durante 10 largos segundos... 


Y tras cansarnos, anduvimos un rato por la arena....


 hasta convencernos de que era inútil y volvimos al coche.


Una lástima, por que el paisaje pintaba bonito para haber pasado un buen día tomando fotos.


Decidimos cambiar de aires, y nos fuimos hacia Traverse City, un pequeño pero bonito pueblo con el curioso record en el libro Guinness de haber hecho el mayor pastel de cerezas del mundo y donde nuestra única misión, sobre todo la de German, era encontrar un bar donde pusieran la final de Champions para ver al Barcelona contra el Manchester. Y solo hizo falta preguntar una vez para dar con el sitio adecuado. Bueno, no se si llamar adecuado un sitio donde te exigen que tires las cáscaras de cacahuetes al suelo,


donde no había comida pero te la encargaban a otra bar y donde los cuartos de baño parecían sacados de una peli de Torrente. Pero lo que importaba era ver en un proyector y casi para nosotros solos, la final de la Champions.


Tras celebrar la victoria española sobre los ingleses ya no sólo por el resultado sino por las formas, decidimos pasear un poco y disfrutar de Traverse City antes de volver a la furgoneta. Nada mejor que un paseo por la playita...





Y por el centro de esta adinerada ciudad



Tras esto, partimos hacia Munising, nuestro próximo destino en la Upper Peninsula. Para que os hagáis una idea, el Estado de Michigan es como se ve en la foto.


Si alguien te quiere decir donde nació, a donde va o en que lugar de Michigan está tal o cual cosa, utiliza las manos para indicarlo. Hasta tal punto llegan a ser una seña del Estado que se venden camisetas con las manos en esa posición. Ann Arbor, podríamos decir q esta en la base del pulgar de la mano de abajo, nosotros fuimos hasta el dedo meñique de esa mano para ir a Sleeping Bear Dunes y de ahí por un puente a la otra mano hasta la base del dedo corazón. Podemos decir, grosso modo, que las dos manos están rodeadas por los llamados grandes lagos.

Al atardecer, con una bonita estampa, estábamos cruzando el puente, bordeando el lago y ya de noche llegábamos por fin al hotel en Munising.


Íbamos a salir a cenar y a tomar algunas copas pero estábamos muy cansados, y tampoco Munising, como comprobaríamos al día siguiente era Conil en verano. Así que pedimos pizza, compramos unas cervezas y nos las tomamos en el hotel, hasta que a María se le ocurrió preguntar si el Spa estaba abierto… y SI, lo estaba y no sólo eso, si no que no cerraba. En 5 minutos ya estaba yo en bañador, y en la piscina con burbujas metido hasta el cuello. Serían las 2 de la mañana, cuando decidimos irnos a la cama a dormir. El que me conoce sabe que tengo el extraordinario poder de permanecer incorrupto en el agua de piscina. 


Al dia siguiente, tocaba paseito por Marquete, la ciudad más grande de la Upper Península. Mi compañero de trabajo me había recomendado llegar hasta un islote en el extremo norte de la ciudad conocido como Presque Isle Park y no pudo estar más acertado, sin duda uno de los sitios más bonitos de los que pudimos disfrutar en el viaje. La mezcla de las rocas, la arena, el bosque y el lago, junto a una mejora del tiempo y la luz, hizo que mi cámara y yo no dejáramos de recoger imágenes para el recuerdo.













Relax, aire puro, naturaleza y una temperatura perfecta nos hicieron disfrutar de una bonita mañana. Tras esto, el plan consistía en disfrutar de un trayecto en barco bordeando el parque natural de Pictured Rocks. Las rocas sin dudas fueron fotografiadas… un paraje espectacular, donde las luces, formas, y el tiempo han moldeado a su antojo una enorme extensión que nos llevó más de 2 horas recorrer. Podría comentaros las fotos, pero casi prefiero dejaros disfrutarlas una por una tal como las fuimos viendo en el recorrido...




















Como habréis podido ver un paisaje impresionante. Después de pasar un poquito de frío, mis amigos necesitaban un reponedor cafelito, así que nos dirigimos a la cafeteria del pueblo donde para sorpresa nuestra pudimos observar que cada habitante del pueblo tenía su propia taza con su nombre para tomar el café. Extraordinario.


El día terminó recorriendo algunos senderos del parque nacional buscando algunos rincones con encanto...



Por la noche, esta sí, salimos a cenar y a tomarnos una copa... Mención aparte para el sitio en el que acabamos.... El típico bar de pueblo americano. Gente muy rara. Esto es un circo decía Ramón... uno se cayó de la silla porque estaba algo más que borracho, un viejo con los ojos medio cerrados nos quería dar charla pero sólo sabía "un poquito" de español, a pesar de llevar no se cuantos años trabajando en sudamérica... Así que, vuelta al hotel y vuelta al Spa.

Al dia siguiente teníamos pensado ir a unas cascadas pero la carretera estaba cerrada y nos llevaba algo más de dos horas dar el rodeo. En poco tiempo adaptamos el plan y nos fuimos hasta una reserva de osos. Algo que al menos a mí me atraía bastante. Los grandes estaban, digamos en semi-libertad, y para mi fue toda una experiencia verlos... 



Una pena que este tan bonito estuviera justo detrás de la reja...




Y que me decís de este rascándose contra el árbol como si fuera el mismísimo Baloo (o Balú) de "El libro de la selva"...



Para terminar el viaje y nuestra visita antes de tomar el camino de regreso, tuvimos la oportunidad de tocar a uno de los pequeños. Sin duda, una experiencia única, poder acariciarlos y tocarlos, aunque con cierta cautela viendo las garras que se gastaban unos “pequeñajos” como estos.


Un abrazo a todos...

PD: Llevo semanas queriendo poner algo del trabajo, ya que algunos me lo pedis con insistencia, pero los viajes me tienen demasiado ocupado. :)