Ann Arbor Today

Ann Arbor Today

jueves, 7 de agosto de 2014

Las botas de fútbol y el despertador

Hoy os voy a regalar otra de esas pequeñas historietillas que a veces me gusta contaros...

Hace cuatro años y poco, mis padres vinieron a visitarme y a conocer Ann Arbor. Llevaba yo unos cinco meses por estos lares cuando decidieron hacer el esfuerzo que suponía en aquel momento venir a verme. Uno de los dos fines de semana que estuvieron aquí decidí llevarlos a Chicago.


Mis padres contemplando los más de 100 pisos de la Torre Willis.

En la tienda Nike de la Magnificent Mile, mi padre entró y me dijo:

- Si vas a jugar al fútbol te harán falta unas botas y unas espinilleras. Vamos a mirar unas y te las regalamos por tu cumpleaños".

Era el mes de Abril del 2010, y la liga de fútbol empezaba la siguiente semana.


Aquí, estoy yo estrenándolas en aquellos días de primavera mientras ellos hacían fotos y soltaban alguna risita viendo mi lamentable estado de forma. Más cerca de Ronaldo (el brasileño), que de Ronaldo (el portugués).


Tras 4 años y pico, las botas han jugado 13 Ligas de la Ann Arbor Soccer Association y un Campeonato de Selecciones. He ganado 1 Liga, y he jugado los playoffs en tres ocasiones. Las botas han aguantado, días de lluvias, sol, frío, meses de primavera, verano y otoño... He jugado con amigos, y he conocido a muchísima gente con ellas. Las personas que quiero me han visto en los terrenos de Fuller Park desplegar el enorme talento futbolístico que atesoran mis piernas (que sí, que sí...).

El otro día, y tras una incontestable sesión de fútbol, las botas ya no dieron más de sí, y están más "pallá que pacá"...


Pero estas dos botas se van a quedar conmigo. Y para entenderlo mejor tendréis que retrasar vuestro reloj nada más y nada menos que dieciocho años. 

¿Sabéis cuando en esas películas el padre le entrega al hijo el reloj de pulsera que a su vez le regaló su propio padre para que un día se lo diera a su futuro hijo?
Pues yo nunca he llevado reloj.
Y mira que mis padres lo intentaron, y mira que novias y amigos lo habrán intentado también durante todos estos años, regalándome relojes y contándome lo bonito que quedan puestos... pero si ya llevo el móvil, ¡¿para qué quiero cargar con algo en la mano que me dice que hora es?! ¡Si la hora ya la sé! Además, eso de llevar "atada" la muñeca no va conmigo, eso lo dejo para Anastasia Steele...

Total, que cómo nunca hubo opción de heredar un reloj de pulsera, lo que si llevo conmigo es este despertador. 


Estoy seguro que algunas de las personas que me conocen lo reconocerán, este pequeño aparatito me despertó durante los cinco años de Biología, los dos años de Bioquímica, los cinco años de tesis, y los cinco de postdoc... Me ha despertado para clases, exámenes, trabajo, viajes... Bueno, antes de que me corrija mi amigo Bandez o mi madre, diré que durante esos años, sonó, despertarme me despertó y luego si yo ya seguí durmiendo después de apagarlo o no, eso es otra historia que ahora mismo no viene al caso. Pero resumiendo, mi "colega" lleva la friolera de dieciocho años funcionando y cumpliendo su misión de traerme de vuelta cada mañana desde el mundo de los sueños a la vida real.
18 años conmigo, sí. En términos biológicos, la mitad de mi vida.
Le he cambiado las pilas tres o cuatro veces creo... y sigue sonando como un demonio. 

Corría el año 1996 y era el mes de septiembre. Una semana después de haberme matriculado en Sevilla en la Facultad de Biología para empezar mi primer año de universidad, y mientras esperaba el comienzo de las clases en Cádiz, un día mi padre, así como tal cosa me dijo: "Anda vente y acompáñame que voy al centro a mirar unos marcos para unos cuadros....". Y a eso que nos fuimos paseando por el centro de Cádiz. Tras pasar por la tienda de marcos en la calle Rosario y curiosear algunos de estos, mi padre giró y yo le seguí sin preguntar adonde nos dirigíamos. Al pasar por la calle Valverde, mi padre sin mirarme se adentró en un pequeño bazar. Obviamente, yo no sabía que iba a comprar ni que hacíamos allí, pero algunas veces, igual que a mi, le gustaba hacerse el misterioso. Nos acercamos al mostrador y ante mi sorpresa le dijo al dependiente:

- Mira que el niño se va a estudiar fuera y estábamos buscando un despertador.

El dependiente sonrió y se inclinó sobre el mostrador para enseñarnos unos modelos. Mientras mi padre añadía:

- Pero queremos uno que suene fuerte, el más desagradable, para que no se quede dormido y vaya a clase.

Y tras probar dos o tres modelos, hace ya dieciocho años, mi "inseparable amigo" aquel día sonó tal que así... 


Y mi padre con un sonrisa y ante mi cara boquiabierta dijo:

- ¡Qué bueno! Ese es bastante desagradable, nos lo llevamos. 

El caso es que este despertador el día que deje de funcionar no lo tiraré. Lo tengo claro. Lleva, por ahora, media vida despertándome. Lo he apagado yo, lo ha apagado mi madre, lo ha apagado mi hermano, y en algún momento seguro que lo han apagado todas y cada una de las personas que más he amado durante todos estos años cuando amanecieron conmigo. No se hasta cuando durará, ojalá que otros dieciocho años. No sé cuando será la última vez que lo apagaré o si un día un pequeño Manolito con gafas seguirá apagándolo y quedándose dormido... pero al igual que las botas rotas, el día que deje de funcionar no creo que vaya a estar en ningún sitio mejor que conmigo, y a pesar de los años y de tantos recuerdos, siempre recordaré aunque sean unos objetos viejos y rotos, el día que me los regaló mi padre.

Un abrazo.

20 comentarios:

  1. Grande, Manolo!
    Lírico y ajustao...

    ResponderEliminar
  2. pi, pi, pi, pi......pipi, pipi, pipi, pipi....pipipi, pipipi, pipipi, pipipi, y asín in crescendo en desagradabilidad.... hasta el infinito o hasta que el manolo se despertara....que venía a ser casi al mismo tiempo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toc, toc, toc... Killo... Manolo... Killo... Vas a ir a clase?

      Eliminar
  3. Me emocionas cada vez que te leo!!!♥

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias guapa! Espero que sigas leyendo y te siga emocionando... Un besote

      Eliminar
  4. Los padres son sabios, saben cuando como y donde necesitaremos un despertador en nuestra vida. Me ha encantado tu relato.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por leer. Supongo que los padres saben cuando, como y donde necesitaremos casi cualquier cosa...

      Eliminar
    2. Tengo uno igual al de tu historia,claro que a mí no me lo regaló mi papá,pero lo tengo hace varios años creo que más de 30.creo que lo. Compro mi esposa en alguna de las ferias de las pulgas,te contaré que nunca he podido hacerlo funcionar bien pero a mis años que son 82 aún lo conservo y me gusta adiós amigo y gracias por tu historia te saluda Mario

      Eliminar
  5. Hola, ¿sigues en Ann Arbor?.

    ResponderEliminar
  6. Yo viajo en Octubre hacia allí, y bucando Españoles en Ann Arbor he encontrado tu blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro por aqui andamos... Aqui te esperamos. Si necesitas algo no dudes en escribir al email personal del blog. Si estas interesad@ tambien hay un grupo de españoles por ann arbor en facebook.

      Eliminar
  7. Si no te importa te podría escribir al email personal, pero no encuentro la información del mismo en el blog. Me encantaría contactar con españoles por Ann Arbor.

    ResponderEliminar
  8. Te he escrito al email. Muchas gracias!!!

    ResponderEliminar
  9. Desde luego, tardo en ponerme al día con el blog pero cuando me pongo tengo que hacerlo con un pañuelo en la mano. Qué bien escribes Manolo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que no todos son de pañuelo!!! Jejeje me alegro mucho que sigas leyendo y comentando. Gracias! Un besazo.

      Eliminar
  10. Muy bonito y cierto... Experiencias parecidas (no con botas de futbol o despertadores ;)), pero iguales en esencia....

    ResponderEliminar