Ann Arbor Today

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domingo, 25 de marzo de 2012

Cuentos de hadas

Érase una vez un chavalito con gafas que vivía en una pequeña ciudad de Michigan.
Ann Arbor, que así se llamaba este entrañable rincón del planeta, guardaba innumerables secretos entre sus calles y los seres que la habitaban. Los mapaches, topos, ardillas, conejitos, ciervos, pajaritos, cisnes, y demás animalitos vivían en perfecta armonía con la naturaleza, y cierta magia envolvía el ambiente de sus habitantes. Pero si había algo, algo que fuera realmente mágico y que se escapara de toda lógica en la pequeña ciudad de Ann Arbor, eran las hadas.
Sí,... las hadas... esas criaturitas aladas en forma de hermosas y diminutas mujeres. Unas hadas que siempre se creyeron personajes de cuentos, mitos y leyendas. Esas criaturas que sólo cuando cometen algún descuido o se sienten muy muy seguras se dejan ver por algunos niños y niñas. Unas hadas que los adultos siempre pensaron que eran productos de la imaginación de los más pequeños, pero que en la aldea de Ann Arbor, existen. Ya lo creo que existen...

No os mentiré, y aunque cierto es que esos pequeños y mágicos seres viven en Ann Arbor, en muy raras ocasiones se han dejado ver por un adulto. Muchos menos por uno con gafas y barba como Manolito. Pero aún no habiendo tenido la oportunidad de ver aunque sea una, Manolito ha conseguido un mapa y cierta información privilegiada con las principales casitas de estas hadas.



Un mapa y unas fotografías que descubrió por internet en http://www.urban-fairies.com y será sólo cuestión de tiempo que el intrépido Manolito con toda esta información consiga la prueba definitiva de que estos seres realmente existen.  

Si alguna vez vosotros, niños y adultos, tenéis la oportunidad de venir a Ann Arbor, no dejéis de mirar a la altura de vuestros zapatos,


en los sitios más recónditos,



en los sitios donde menos os lo esperéis, como en una cafetería...


en una tienda de ropa...


o en una tienda de regalos...



  en la librería, 


o en las salas de conciertos y teatros....




porque allí, en los lugares más mágicos de Ann Arbor  pero con total naturalidad,


encontraréis alguna casita de hada.

Y si alguna vez tuvierais la increíble suerte de encontraros frente a frente con una de estas hadas, permanecer quietos y sigilosos, no intentéis cogerla o asustarla, sólo disfrutar de ese maravilloso y mágico momento y sólo si el hada está de buenas y le caéis en gracia, quizás y sólo quizás, os conceda el poder de volar.

Manolito con sus gafas, seguirá buscando encontrarse con alguna, ya que siempre tiene ganas de volar... y últimamente los vuelos están por las nubes.

Un abrazo a todos....

lunes, 12 de marzo de 2012

Detroit... Grande Detroit

Siempre que voy a Detroit mantengo los ojos muy abiertos. Todo lo que puedes ver te hace pensar... y mucho.
¿Cuándo fue que se paró el tiempo para Detroit?


 Hay ciertos sitios en el planeta, que por su belleza paisajística natural, por la arquitectura, por la mezcla de culturas, por lo sorprendente, pueden llamarte poderosamente la atención. Pero en Detroit, se juntan una serie de historias, pensamientos y circunstancias que te hace pensar hacia donde se dirige el planeta, o la humanidad.


Ya os he hablado de Detroit antes, pero tendríais que verlo...


Esto es la vista de Detroit casi desde Canadá, en la Belle Isle.


Y con esta imagen, podéis ver una ciudad, yo diría bonita, una gran ciudad... mirando al río y con aires de grandeza, como lo hace Chicago frente al lago, o Nueva York desde su isla de Manhattan. Cuando uno se adentra en las entrañas de Detroit todavía puede ver algún edificio imponente, que parezca que la ciudad aún tiene vida...


 que todavía respira.


Pero las calles estás vacías, no hay coches que recorran su asfalto, casi ni gente caminando... Un poco fantasmagórica podría decir. Y hay veces que ves a gente con "mala pinta" y otras que ves a gente con "buena pinta"... pero cuando no ves a nadie, es aún más inquietante.

Parece que el tiempo se hubiera ralentizado, y el aire se ha hecho pesado...


Y tras un primer vistazo puede parecer que la ciudad sigue ahí, funcionando, maquinando...


Pero si abres bien los ojos, empiezas a ver los síntomas de la enfermedad. Donde creías ver un edificio de oficinas, ves que está vacío


y las ventanas se han roto con el paso del tiempo,


igual en este,


si miras más allá también,... ¿Es todo un decorado? ¿Qué queda detrás de toda esta masa de hormigón y cristales? En pocos sitios en el mundo creo que se puede  ver este paisaje... Este edifico diría que joya de la época reducido a lo que veis. Inquieta.



Y los alrededores aún más. A otras fotos que ya añadí anteriormente, adjunto nuevas. Gracias al paseo que nos dio Germán con el coche pude fotografiar algunas de las casas que mientras las miras por la ventanilla me producen tanta perplejidad. Casas y más casas abandonadas, casas y más casas quemadas...





Así, quizás haya cientos, no se si habrá datos de cuantas casas están en este estado. Hogares, dulces hogares fueron de aquellos trabajadores que ahora no trabajan en aquellos rascacielos vacíos, en aquella ciudad que no se a ciencia cierta si sigue siendo ciudad.

Y cuando te bajas del coche a hacer una foto, no sabes si alguien te estará vigilando. Inquieta no ver a nadie... por un lado porque en tu cabeza no puedes pensar que una ciudad tan grande tenga tanto silencio, tanta soledad, y por otro porque lo único razonable que se te ocurre es que la gente esta escondida, y no estés solo, ¿o sí?

Y rizando el rizo, llegas a Heidelberg Street. Un barrio venido a menos y luego a más. Un barrio donde ante la crisis y el abandono, y como protesta política surge el "arte" callejero.



 Un barrio dónde unas personas decidieron protestar y llamar la atención con sus denuncias,


 su expresión,


sus ideas. Llenando las casas vacías y abandonadas de quien sabe qué...



Un barrio que han intentado demoler varias veces y sus pocos habitantes han logrado convertir el barrio en un reclamo turístico...




en algo imprescindible que visitar en Detroit.


En una locura... Unas casas que dan entre miedo, y risa.


Esa risa que te sale cuando la situación surrealista te atrapa. Esa risa del "no entender". Tan surrealista que de repente te cruzas con una familia y llevan un perro rosa.... y te preguntas, si lo han pintado, si es arte, o si es una raza que ha surgido en Detroit... Aún así, lo que está claro es que no vas a olvidar la primera vez y posiblemente última, que viste un perro rosa.


Por momentos parece un Disneylandia de Tim Burton.




Alguna vez he escuchado decir que el arte, aunque no se pueda explicar que es, es algo que no te deja indiferente. Si es así, llamemos ARTE a este barrio...


Quizás, y sólo quizás, sea por aquí por donde aún respira Detroit.


Aunque en el barrio, no se ven a los artistas, nadie te cobra una entrada, ni nadie parece estar vigilando nada... Ni tan siquiera ves a alguien viviendo cerca...  e inquieta... me inquieta y mucho Detroit. Y me pregunto cuando fue cuándo se paró el tiempo en esta ciudad, y si volverá a ponerse en hora...


Grande Detroit.