Ann Arbor Today

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viernes, 6 de septiembre de 2013

Yosemite, un santuario para la vista

Cada vez me van quedando menos sitios que realmente quiera ver en los EEUU, y el Parque Nacional de Yosemite era uno de ellos. De un tiempo a esta parte, y no precisamente porque este viviendo en un gran urbe, a la hora de viajar prefiero desconectar y desplazarme a entornos naturales y olvidarme de edificios, coches, wifi, los 237 whatsapp del día y los estados del facebook.

Cuando vas a un sitio donde ya sabes lo que vas a ver y como, tienes ganas de verlo y la compañía ideal, parece que nada pudiera salir mal. Pero hay veces que un cazador no apaga bien una fogata, el fuego termina quemando el terreno equivalente a cinco veces la capital del país (Washington), es considerado el tercer mayor incendio ocurrido en California y claro, un poco si que te afecta al viaje. Así que, prácticamente llegando al parque tuvimos que cambiar hoteles, reajustar las rutas, conducir mucho más de lo que pensabamos y reducir nuestra visita a la mitad del parque. Y aún así, es posiblemente el sitio más bonito que haya visitado en este país junto al Gran Cañón del Colorado.

El primer día al levantarnos fue... no diría decepción, pero si nos dimos cuenta que el viaje podía estropearse. Cuando salimos del hotel, enseguida nos llego el olor a chamusquina (literal), nos caía ceniza en la ropa y en el pelo como si fueran copos de nieve y el cielo tenía un color digno de una peli de Crepúsculo. La segunda foto me encanta, es de Megan.



Con todo eso, retumbó en mi cabeza una frase que decía: Bueno, viéndolo de otro modo, no mucha gente puede decir que estuvo en estas fechas aquí y mientras ocurría este desastre. Y de esa forma, cambió mi cara y mi forma de ver el viaje. Estábamos allí en un momento único. Curiosidades del destino, si tan solo unos meses atrás habíamos conducido 9 horas para ver las Grandes Montañas Humeantes (Great Smoky Mountais) ese día y justo unas semanas después íbamos a tener todo el humo del mundo...

Con la extraña sensación de ver "nevar" ceniza y el olor a barbacoa a nuestras espaldas hicimos la primera parada. El Hotel Tenaya Lodge en Fish Camp, bonito lugar, espacioso, y con mucho encanto en el cual estiramos las piernas, hicimos algunas fotos y nos sentamos a tontear con algunas periódicos junto a la gran chimenea en el vestíbulo.





Como podéis ver por la tonalidad de las fotos, la luz de un color grisáceo-anaranjado le daba a todo un aspecto bastante singular. Y ya lo decía en la pizarra de uno de los centros de atención al visitante. Hoy, ¡ahumado!


La siguiente parada, el Hotel Wawona. Curioso nombre también. Otro paseíto recorriendo los bonitos alrededores, disfrutando de nuestras cámaras de fotos,



 y en otras circunstancias habría dicho que agradecido de respirar aire puro, pero estaba claro que ese sábado de final de agosto no era el mejor día para respirar profundamente.



Aunque la siguiente parada estaba prevista cerca de las pequeñas playas que hay en el valle, lo bonito de esta clase de parques es que casi en cualquier momento puedes parar, echar el coche a un lado, y adentrarte a disfrutar o fotografiar un paisaje en concreto.  



Como observaréis, la luz seguía pareciendo de un anuncio de otoño de El corte inglés, pero me pareció perfecto mantener esa tonalidad y esa coloración en las fotos. Iba a ser la única forma de recordar como realmente se veía todo aquel día... 



Aún así, el día fue mejorando, y ya os avanzo que fue puntual. Cada día fue más claro y más azul que el anterior y la ceniza, el olor, y el color del cielo de aquel día parece ser que solo se debió a un cambio de viento... 



A media mañana, empezamos a ver los primeros "bichitos". Primero algunos lagartitos...


mariposas,


ardillitas, 


luego algunos patitos nadando,


otros patitos volando, 




y finalmente pudimos disfrutar de ver a los ciervos, algunos solitarios, y otros en familia con sus "bambis", 






El entorno era precioso, y con la cara escondida tras la cámara podías sentirte dentro de un documental de National Geographic. El silencio del paisaje, la tranquilidad de los animales, y tu con tu cámara... Hermoso. Si bien ocasionalmente aparecían algunos turistas gritando, riendo, o poniendo alguna canción de moda en el coche que te devolvían de un sopetón a la realidad, los animales ni se inmutaban. Esta claro que se han acostumbrado/adaptado a la presencia del hombre, a la buena y a la mala.



Al igual que me ocurrió en el Gran Cañón, a veces el paisaje parecía no encajar en mi retina y la sensación de irrealidad era tremenda. Si a eso le sumamos la ya mencionada humareda, la sensación de estar viendo algo precioso, a la par que soñando iba en aumento cuando te quedabas parado y de pie observando algunos de los inmensos parajes. 




Todo un sueño. 

El segundo día, pintaba mucho mejor cuando nos despertamos. El cielo volvía a ser azul y blanco (de nubes, nubes), y el sol de nuevo era amarillo. 


Nada más hay que comparar las fotos del llamado Túnel entre un día y otro. ¡Qué diferencia!



En la guía que había consultado decía.... Es el típico sitio donde aparcas, bajas, miras y dices: Guaaaaauuuuu.... (no como un perro, sino de asombro). Pues eso, espectacular. Indescriptible. 

Tras esta parada, y hacernos doscientas millones de fotos, empezamos con lo que sería ese domingo. Rutitas, excursiones y paseos, con la finalidad de hacer un poco de ejercicio, disfrutar del entorno (y hacer el payaso una mijita), y tener largas conversaciones sobre lo humano y lo divino. 


La primera nos llevó hasta una pequeña catarata. Os contaré que a final de agosto, el parque esta bastante seco, y el agua no fluye como en primavera, donde estas cascadas pueden ser realmente espectaculares. En estas fechas de final de verano, puedes encontrarte con que algunas ni siquiera existen pero viendo la altura y las caídas te puedes hacer una idea...  






Tras esa primera ruta, y algunas paradas para hacer fotos, como por ejemplo en una coqueta iglesia en medio del valle Yosemite, la paradita típica para ir al servicio, o degustar un sandwich para reponer fuerzas... continuamos con nuestro plan... 




La siguiente ruta consistía en llegar a las cataratas Vernal (2,4 km). A diferencia de las rutas en las Great Smoky Mountains me dio la impresión que en Yosemite todas eran más duras, y mas largas (las rutas).  





Más de una hora estuvimos andando para llegar y la mayor parte del tiempo cuesta arriba y por unas escaleras empinadas dignas de una peli de Indiana Jones. 



Pero mereció la pena. Y aunque el plan inicial era ver atardecer en otro sitio, se nos hizo tarde, nos pilló el sol bajo llegando a la cascada y pudimos ver un bonito mini-arcoiris. Para mi fue realmente especial, y sería el último atardecer en el parque...  


En esta foto se puede apreciar la gama de colores sobre las gotas de agua en el ambiente...


Ya de noche, y antes de degustar un par de cervezas para cerrar el día en otro Hotel, el Hotel Ahwahnee (muy buen nombre también) hicimos un esfuerzo mayúsculo por conducir hasta el punto más alto del parque y hacer algunas fotos nocturnas. Desde allí pude ver uno de los cielos más espectaculares que haya visto en mi vida. Acompañado tan sólo, de las luces de los coches que nos pasaban de vez en cuando...


Y en la oscuridad de la noche, se podía vislumbrar como el fuego seguía quemando hectáreas a no mucha distancia de allí... Una pena.


Esa última noche, y creo que fue todo un acierto, decidimos dormir dentro del parque. En unas tiendas que hay ya montadas. 


Como veréis no están nada mal. Se disfruta mucho... y tiene su gracia eso de dormir en pleno parque y guardar la comida y bebida en unos recipientes especiales con candado para que no vengan los osos. 


Y llegó el lunes. Día espectacular. Por como amaneció. Por donde amanecí. Y por la vista que teníamos al salir de la tienda.






Y el plan era ir saliendo, poco a poco del parque (esfuerzo mayúsculo... no me quería ir de allí)...


viendo algunas cosillas que nos quedaban por ver... Nos acercamos a un cascada. Pero... estaba completamente seca.


Quizás no hubiera merecido mucho la pena, de no ser porque a la vuelta, nos encontramos con esto...


Así, y tan tranquilo justo delante de mi, se cruzó una especia de gato salvaje con una presa en la boca. A una distancia prudencial y en sigilo lo seguimos con nuestras cámaras para fotografiarlo y vivir nuestro momento "documental de la 2".



Tras un rato, tomando fotos y vídeos... me miró así...


y luego así...


Me convencí a mi mismo de que había llegado el momento de salvar mi vida e irme por donde había venido. Y nos marchamos a paso ligero hasta el coche y luego hacía Glacier point, el sitio donde habíamos estado de noche viendo las estrellas y donde pudimos tomar algunas fotos espectaculares de todo el parque...



Esta foto ya es un clásico en mis viajes...


El Hotel Ahwahnee, se veía casi de juguete entre la arboleda...




Realmente espectacular, ¿no os parece?

Para concluir el viaje, habíamos dejado una de las partes que me hacía mayor ilusión para el final. Las sequoias en la zona de Mariposa Groove, esos árboles centenarios, algunos milenarios, enormes y con cientos de metros de altura.  



Realmente sin el objetivo de ojo de pez en mi cámara no había mucha opción de fotografiarlos...




Y ahí, en pleno recorrido y como si nada, surgía el Gigante Grizzly, un árbol que tiene entre 1900 y 2400 años de antigüedad y se calcula que está entre los diez más grandes del mundo. Una pasada. 


Para finalizar y corriendo hacia el aeropuerto, con millones de imágenes en la retina y pensando en volver, uno puede comprobar que California, no es sólo Los Ángeles o San Francisco... También es Yosemite. Y en medio un paisaje tan atípicacemtne Californiano como este... 


¡Que maravilla de Estado!

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