Ann Arbor Today

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sábado, 21 de enero de 2012

Hello Scooby, Bye Kitty

Como os decía en el post anterior, voy a intentar contaros algunas de las cosas que quedaron por contar... y voy a empezar por algo muy divertido, como fue el Halloween 2011. Situemos la acción...

Lunes.
31 de Octubre.
Año 2011
7.53 pm


48 horas antes...

Los más antiguos del lugar (Sole, Ramón y yo) recordamos la noche de Halloween del año pasado como una de las noches más divertidas que hayamos vivido por estos lares. El nivel de alcohol, las bromas, risas y situaciones rocambolescas que se propiciaron junto al hecho de estar disfrazados dejaron el nivel muy muy alto. Además de que fue casi una de las últimas noches de fiesta que pasamos con Patricia, Carlos, Laura y Sara.

Nos hemos llevado todo el año recordando detalles y repitiendo ciertas historias hasta la saciedad. Y todo eso hizo que este año, en concreto Ramón y yo, estuviéramos especialmente nerviosos. Aunque desde pronto empezamos a movernos para conseguir disfraces, fiestas y demás... lo cierto es que, si bien si conseguimos una fiesta rápido, como españoles que somos, el mismo sábado por la mañana aún no teníamos los disfraces.

Inicialmente la idea era disfrazarnos en grupo, o al menos de algo relacionado... se barajó de comecocos, de personajes de barrio sésamo, fantasmas y cazafantasmas, animalitos... Al final, el tiempo se nos vino encima y cuando fuimos a las tiendas el sábado por la mañana muchas de las tallas y disfraces estaban agotados. Así que, recurrimos al "que cada uno se disfrace como pueda...".

Tal como pasara la vez anterior cuando tuve que buscar un disfraz, me dejé llevar por los pasillos de la tienda mirando y viendo a cual le podría sacar más partido. No sólo se trata de que el traje o vestimenta este simpático, sino de ver cuanto juego puedo darle una vez metido en el personaje...


Aunque fue el primero que cogí, luego tuve serias dudas, sobre todo porque el precio se salía un poco de la previsión, pero al fin y al cabo, siempre se puede reutilizar... y cambiar un perro por una gata no era mala opción...

Si ya es difícil que pueda olvidarme del Halloween 2010, el del 2011 será imposible.


Las historias de miedo se sucedieron a lo largo de la noche... dejadme que os cuente...

Parte I

El sábado de Halloween, la noche caía sobre Ann Arbor mientras yo trabajaba. Trabajar un sábado, ya de por sí da bastante miedo. Unas nubes negras y densas parecían engullirse la ciudad mientras cualquier atisbo de luminosidad desaparecía en el horizonte, y eso que sólo eran las seis de la tarde.
Nos disponíamos a conducir durante unos cuarenta y cinco minutos hasta casa de Ramón. Conducía Cata y Alfonso (apodado "el incombustible") tenía ganas de fiesta... ambos hechos dan bastante miedo también. Con un tráfico lento empezaron a caer las primeras gotas de lluvia en el parabrisa y la tragedia parecía tornarse sobre nosotros.

Llegamos a casa Ramón en tiempo récord, echamos el dinero en el parquímetro por primera vez en la noche y sacamos las bebidas, las "otras" bebidas, las "siguientes" bebidas, las patatas, el colchón hinchable, el nórdico, y ... y.... me falta una bolsa así como grande y ... negra... .... y.... ¿y mi disfraz?
Total, antes las caras de circunstancia y el "fue mi culpa", "fue tuya", "no me di cuenta", "lo siento", pa ya y pa cá... La mejor opción fue ir a por el disfraz, ida y vuelta, Royal Oak-Ann Arbor otra vez... Sólo y exclusivamente por el disfraz de Scooby. Su horita y media más de coche. Menuda perrada.

Parte II

Si la primera historia no os dado miedo, dejar que os cuente esta, porque esta incluye un ser con extrañas posturas y lesiones físicas...

Ya de noche, tras el ida y vuelta, y una vez aparcados junto a casa de Ramón vimos como la policia ponía multas a los coches que no habían puesto dinero en los parquímetros. Conociendo el precio de las multas, os podeis imaginar que esto es de terror. Así que salí raudo y veloz como alma que lleva el diablo decidido a echar por segunda vez dinero en el parquímetro. Salimos del coche, y...

- ¿Has cerrado?
- Sí, claro.
- ¿Atrás?
- Cerrado también.
- Maletero... abierto!!

Puede ser algo común, y de hecho conozco a alguien que conoce a alguien que dice que le ha pasado. Pero el caso es que a Cata en sólo ocho meses le pasó dos veces. Y es que, quizás fuera porque era su última noche en Ann Arbor, estaba ocupada, nerviosa, despistada, etc... Pero al llegar de vuelta a Royal Oak decidió salir del coche dejando las llaves puestas, dejó el móvil enchufado y encendido encima del volante, abrió el maletero y cerró las puertas... Total... mmmmm... ¿Qué hacemos? Coche cerrado y sin llaves.

Se nos ocurrió de todo. Desde usar alambres, forzar puertas, llamar a la grua, al cerrajero, a la policia...
Lo malo ya no sólo era el coche cerrado, era el móvil encendido y cargando de la batería del coche, e iluminado encima del volante.

Así que, ante la aterradora mirada de los otros coches, y transeúntes que pasaban me metí dentro del maletero. Algunos coches pitaban, unos pensaban que estaba robando, otros que era una gracia de Halloween, el que caso es que... ahí estaba yo, dentro de un maletero (por segunda vez en mi vida, sí por segunda vez... es una larga historia) dando patadas, empujando, ensuciándome las manos, usando el iphone de linterna, y con un dolor de cuello importante. Todo para conseguir que el asiento trasero cediera un poco y poder entrar al coche. Si ya habíamos tenido mala suerte durante la noche, menos mal que en esos momentos no apareció la poli.

Mientras unos bebían, otros comían, y yo golpeaba un coche, Alfonso apareció y dijo que podia intentar meter la mano, por cierto hueco que había conseguido abrir a base de cuadriceps.... una vez con el brazo dentro, intentar tirar del sillón hacia delante como lo haría una persona que estuviera sentada en él. Y milagrosamente el sillon cedió. Pude contorsionarme como si fuera un diminuto chino calvo del circo del sol, y eso que yo tengo menos flexibilidad que un armario ropero. Tras estos movimientos "oruguiles" pude abrir la puerta de atrás. La pesadilla había terminado... ¿o no?

y Parte III

Pizzas frias, bebidas rápidas, movil sin bateria, María y SU música, bailes a cuatro patas con meaditas perrunas incluidas, a partir de aqui sería mejor no contarlo porque las cosas dan bastante miedo...




Aunque no lo parezca, en la siguiente foto salgo yo... 


Como veis, teniamos un preso de Guantánamo, una spanish lolita, a Duffman, a John Travolta y Olivia Newton John, a Mario Bros y Luigi y por último un perro... Hubo quién ligó con una animadora del equipo enemigo, hubo quien se pasó la noche vomitando de cuarto de baño en cuarto de baño, hubo quien aprovechó para fumarse más de uno, hubo quien comió muchísimas chocolatinas... y casi a las 4 de la mañana, Ramón y yo, que estábamos bastante sobrios, decidimos que era la hora de marcharnos, eso sí siendo casi los últimos de la fiesta. 

A todo esto Ramón y yo, con todo lo que nos animamos a beber y a "descocarnos" parecíamos de los más serenos de la fiesta. Eso no quiere decir que no lo pasáramos realmente bien y que ya estemos deseando que llegue la del año que viene, debe de ser la experiencia que nos hace más sabios... o no, ya veremos el año que viene.

La fiesta terminó finalmente casi a las 5 de la mañana llenando colchones en casa de Ramón. Y acabar borrachos, cansados y llenando colchones, he de decir que también es algo que da bastante pero bastante repelús...


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