Ann Arbor Today

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lunes, 11 de junio de 2012

Serendipia dominguera

Era domingo, y en un ratito que tenía entre los ocupados planes que solemos tener los fines de semana, aproveché para ir al supermercado. Aunque principalmente voy a dos distintos, y en esta ocasión tenía que ir a los dos para comprar diferentes productos, decidí empezar por el más cercano a mi casa, Kroger.  El calor sofocante que hacía y el hecho de que fuera casi la hora de la cena aquí (7 de la tarde) propiciaba que el parking del super estuviera relativamente vacío para lo que acostumbra a verse un dia entre semanas. Tras aparcar, coger el respectivo carro y sacar la típica lista de la compra fui recorriendo los estantes cogiendo los productos que componen mi saludable dieta aqui en Ann Arbor. Fresas, plátanos, tomates, ensalada, pan, salmón... Y al llegar a la zona de las carnes, busqué una bandejita de pollo. Últimamente, será por la edad, intento coger productos que aunque sean ligeramente más caros, tengan mayor calidad alimentaria, aunque siempre mirando el precio. Así que pasé de largo de la más barata y curiosee entre las que indicaban pollo "natural". Por natural, ellos entienden y especifican: Libre de antibióticos, hormonas, alimentados con vegetales y unas cuantas cosas más... Aquí es facil encontrar etiquetas donde pone: este pollo esta libre de antibióticos, plátanos orgánicos, carne no tratada con tal o cual, etc... Estos productos a parte de caducar antes, y muchas veces no tener un aspecto tan perfecto ni tan de libro como los otros, suelen tener mucho mejor sabor, aparte de los efectos saludables que espero tengan en mi "maravilloso" cuerpecito una vez ingeridos. Y claro está que si este que tenía entre las manos era el pollo "natural", no puede evitar pensar que el otro era un pollo "antinatural". Así que con toda la naturalidad cogí la bandeja y la puse en el carro, justo en el momento que una señora de color, con gafas y sonriente me indicaba que justo al lado había unos cupones con los cuales me podía ahorrar 1 dolar en la bandeja. Obviamente cogí el cupón, la bandeja y le di las gracias a la señora por el detalle. Tras mas de 30 minutos de recorrer los pasillos, en los cuales hasta dos veces estuve por ir a la caja pero me volví para coger pasta de dientes y papel de aluminio que se me habían olvidado, terminé poniéndome en cola para pagar. Me puse en la caja número 6. Observando que el carro del chico que me precedía estaba lleno busqué otra caja, poniéndome finalmente en la caja número 2, dónde para mi sorpresa justo delante de mi estaba pagando la misma señora que me dijo lo del cupón. Hola, le dije, y hola me respondió con una sonrisa. Supuse que era una de esas casualidades que pasan algunos días. Ya es casualidad que en un supermercado con 16 cajas, y al menos 15 estantes termines coincidiendo con la misma persona dos veces en tan poco tiempo. Curiosamente después me enteré que a la misma hora habían estado en el super mis amigos Alfonso y Mónica y no me los llegué a cruzar. Tras pagar mi compra bisemanal por un importe de 88 dólares y con las bolsas en el carro volví al sofocante calor que hacia fuera del supermercado y me acerqué al coche para meter las bolsas en el maletero e irme cuánto antes a casa y evitar ese bochorno. Cuando estaba a menos de 10 metros del coche, pude ver como justo al lado de mi coche volvia a estar la misma mujer, aparcada justo a mi lado, y metiendo sus bolsas. Vaya coincidencia, un supermercado tan grande, con tanta gente... un parking tan grande y con tantos sitios libres, y era la tercera vez que me encontraba con ella. Hola de nuevo le dije, hola de nuevo, contestó. Mientras colocaba las bolsas en el maletero, vi como un papel se caía desde su coche, como os decía justo al lado, planeaba en el aire con el ligero viento que hacía y se paraba junto a la rueda trasera izquierda de mi coche. Viendo que se le había caído a mi ya conocida amiga, me dispuse a cogerlo y devolverle lo que finalmente fue un billete de 1 dolar. ¡Ey! Perdone, se le ha caído ahora mismo. ¡Vaya! Gracias, me dijo. Este dolar debe ser el que te he ayudado a ahorrar antes dentro con el cupón y ahora me lo devuelves tú, me dijo con total normalidad. Este debe de ser, le contesté devolviéndole la sonrisa, el dolar, y el detalle.

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