Ann Arbor Today

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sábado, 21 de julio de 2012

¡Esto es Hollywood! (y parte 4)

Y a la mañana siguiente, ¡¡¡las playas!!!!. Pero antes, el "programa del día" consistía en visitar algunas de las zonas más famosas de Los Ángeles. Uno de los más elegantes barrios, situado a ambos lados de Sunset Boulevard y en las colinas de Santa Mónica, Bel Air.

Recorrimos el exclusivo barrio en el coche, y no vimos a ningún famoso pero seguro que haberlos, había...



Pasamos por la que nos pareció era la casa del famoso príncipe, estuvimos curioseando las mansiones que pudimos, las que no estaban cubiertas tras vegetación, vallas, cámaras de seguridad y demás.... y aprovechamos cualquier momento para quedarnos con un recuerdo del viaje.


Tras esto... rumbo a las playas. 


Y para empezar la famosa Venice beach. Lugar de residencia de una comunidad de "intelectuales" y "artistas de vanguardia" que conviven en unos pocos kilómetros con otros tantos raritos,


culturistas,


músicos, 



skaters,





surferos, patinadores, ciclistas, modelos (muchas de plástico), 


gimnastas y deportistas. 


Todo acompañado de sol, la playa con sus vigilantes, 


tiendas vintage, de segunda mano y de última moda, un parque de atracciones, 


un gimnasio y el mar pacífico. Locura, sí. Pero bendita locura...


Y alli en la playa, entre olas y algas decidí darme el primer baño en el pacífico de mi vida...


Parece mentira que viniendo de Cádiz me pudiera sorprender una playa urbana. Y no lo hizo Miami. Pero Venice Beach sí. La playa no sólo es una playa, es una ciudad dónde tienen cabida todo tipos de espacios para practicar todo tipo de deportes, con tiendas de ropa y bares, con músicos y artistas animando el paseo... Con gentes de todas las razas y culturas, religión y gustos sexuales. Si hay alguna forma de entender la playa como un lugar de vida... Posiblemente sea aquí. 


Y antes de terminar nuestro periplo pudimos vivir dos de los momentos del viaje.
El primero, Mario, quién se clavo astillas de una palmera al intentar trepar, se lleno el pie de alquitrán al bañarse, fue el único que viajó solo en el avión a la ida y olvidaría el sombrero en el avión a la vuelta... Sí, Mario, decidió practicar la gimnasia de anillas. He de decir que muchos nos esperábamos lo peor... Hubo un momento en el que nadie sabía si nos iba a demostrar una habilidad oculta o se iba a caer y a partir un brazo en el primer movimiento...
 pero salio bastante decentemente del embolao. ¡Bien Mario, bien!


El segundo, fue cuando Alfonso intentó aparcar el coche en un parking cercano al parque de atracciones de Santa Mónica. Llegamos y no había nadie, así que nos pusimos delante de la valla y Alfonso siguió las indicaciones que la maquinita le decía para pagar. Primero no aceptaba tarjeta, segundo le dijo que eran 5 dólares pero no aceptaba billetes grandes. Empezó a meter dolar a dolar y la máquinita devolvía los dolares antes de que llegara a cogerlos por tercera o cuarta vez. A todo esto, los coches se iban acumulando detrás. Un hombre se acercó para decirle a Alfonso que pasara y pagara a la vuelta. Era lo que todo el mundo hacía le dijo. Pero Alfonso ya había decidido que el terminaría de hacer lo que empezó, y además ya había conseguido que la máquina cogiera tres y sólo le quedaban dos más. No se cuanto tiempo llegamos a tardar pero se hizo eterno, y yo no podía para de llorar de risa viendo que llegamos a tener trece coches detrás esperando para pasar. Eso sí, ninguno pitó. 

Supongo que fue una experiencia ser los provocadores de uno de los famosos atascos de Los Ángeles. Muchas risas y muy divertido. 

Y con esto, y una foto en el cuartel de los vigilantes más famosos del mundo, terminamos nuestro gran viaje por la área de Los Ángeles. Si usted, querido lector, ha sido capaz de leerlo todo, espero que lo haya disfrutado y haya sonreído al menos una cuarta parte de lo que lo hicimos nosotros viviéndolo. 


Un abrazo a todos.

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