Ann Arbor Today

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martes, 4 de noviembre de 2014

All hallow's eve

Antes de sentarme frente al blog suelo tener muy claro lo que quiero escribir y como. Y no me suele pasar pero incluso ya escrito este post, no sabía si ponerlo (con lo que me ha costado)... Cerca estuve de olvidarme de él a pesar de que me apetecía contároslo. Estuve curioseando por internet si era ético o no y parece ser que no hay ninguna ley o norma que lo impida. Además, mis pesquisas me sirvieron para descubrir unas fotos preciosas y comprobar ya de paso, que no es algo tan raro. Por supuesto he intentado ser respetuoso con las fotos y espero no dañar la sensibilidad de nadie con el texto. Si os dan "yuyu" esta clase de fotos o temas ya sabéis, esperad al próximo post... 
Dicho esto, 
confesaré que me gustan los cementerios y tenía muchas ganas de visitar uno aquí. 


No penséis que me he ido de noche o al atardecer, no era el propósito. Y paseando por el camposanto no pretendía buscar nada paranormal o misterioso en plan "Cuarto milenio", sino todo lo contrario, encontrarme con la parte más terrenal y sencilla de mi. 


Algo hay en estos lugares que me conectan a lo más frágil de mi condición humana.


Y tampoco es que uno este tan a gusto como este ciervo entre las tumbas, 


pero si es verdad que la experiencia de recorrer el cementerio por la mañana temprano en otoño cargado con la cámara y tus pensamientos, no tiene precio. 

Al parecer Halloween, "All hallow's eve", en inglés antiguo "víspera de todos los santos", era una festividad celta anterior al cristianismo en la cual se rendía culto a los muertos exactamente cuarenta días después del equinoccio de otoño (22 de septiembre). Así que como veis, no sólo es el hecho de recorrer el lugar en soledad, también es la época, no es casualidad que durante cientos de años y a lo largo de muchas culturas y religiones, la fecha del día de los difuntos haya sido esta (1-2 de Noviembre) y coincida a su vez con la estación en la que la naturaleza "muere" cada año. 


Supongo que la linea de la vida y la muerte se hace mucho más fina cuando se juntan todas estas circunstancias y de alguna u otra forma me siento más vulnerable y más abierto a pensar en determinadas cosas.  


Y no es sólo cuestión del lugar y la estación, también lo es de sensaciones y aprendizaje. A menudo me llaman poderosamente la atención las tradiciones, las culturas, el origen del comportamiento... 
Y el ser humano lleva enterrando a sus muertos con la intención de darles paz más de 30.000 años, sí treinta mil.


Paseando por un "dormitorio" como este (según la creencia cristiana, dónde los cuerpos duermen hasta el Día de la Resurrección), uno puede aprender y entender las diferentes formas de honrar a alguien ya fallecido,


 puede curiosear datos como el nombre, la edad con la que falleció o la nacionalidad, 


sus creencias religiosas y los familiares que a veces vienen a visitarlo... 


Uno aprende y mucho, porque hay una riqueza escondida de tradiciones centenarias justo delante de tus ojos. Costumbres ancestrales que han traspasado el tiempo y el espacio porque eran y tenían que ser así para el hombre... 


Uno se siente frágil, y acepta que aquí vamos a terminar todos. Ricos, pobres, desconocidos y famosos... 


Y en mi paseo y con la mente prácticamente en blanco, dejándome llevar por el instinto, me detengo a observar si el tiempo borró el nombre de una u otra lápida, si está enterrado sólo o con los familiares, 


si la muerte se lo llevó joven o viejo, y me estremezco cuando veo una tumba sola, sin otro con el mismo apellido a su lado, sin alguien que ponga madre, o hija junto a él, si el nombre se borró con el tiempo y ya nadie sabrá quien quedó ahí, o si la edad que refleja la lápida es la de alguien demasiado joven... 


Y se ven tumbas de familiares unos junto a otros, y me pregunto si estuvieron tan unidos en vida como han quedado ahora de cara a los desconocidos que pasean como yo.


A pesar de ver algunas lápida más relucientes e imagino que más lujosas, no dejan de ser una piedra en un trozo de tierra, y me produce desconcierto no saber distinguir quien disfrutó más de la vida... quien fue malo y quien fue bueno... 


Y con el pasar del tiempo y de un otoño tras otro, todas parecen iguales... 


Y no se como lo veréis cada uno de vosotros, pero así lo sentí yo...


cada uno tendrá su punto de vista con unas impresiones muy diferentes de la misma cosa... 


Y ya saliendo del cementerio, me fijo que aunque todos los árboles están juntos en el bosque, el final del otoño no es el mismo para todos, algunos aún tienen las hojas verdes, mientras el de al lado ya las tiene rojas y alguno ya las perdió... Y lo mires como lo mires, todos tendrán que esperar para ver si llega la primavera... 


Mientras se caen las últimas hojas naranjas y rojas aquí en Michigan, pienso que algo tiene que haber de verdad en todo esto cuando tras miles de años, tampoco hemos cambiado tanto desde aquellos druidas célticos que intentaban comunicarse con sus antepasados en está época del año. 


Me despido hasta el próximo post, y espero que os haya gustado este respetuoso paseo a finales de otoño por el Forest Hill Cemetery de Ann Arbor. 


Un abrazo a todos. 

5 comentarios:

  1. Me ha encantado!! Y las fotos preciosas... invita a la reflexión..
    Besos!
    Laura

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    1. Gracias Laura! Yo soy el mismo pero la cámara y el ordenador tienen parte de culpa en la calidad de las fotos, aunque supongo que la práctica me hace mejorar. Muchos besotes.

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  2. Qué bonitos nichos...
    Te ánimo a que vayas a medio luz..pero con luz de tormenta....ajjaja

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    1. Solo si vienes tu conmigo... Vale como excusa para salir por la noche juntos?

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  3. Zin poblema.
    Botellón con las gárgolas del demonio

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